Acabo de leer, con gran estupor, que el delegado del Gobierno en Andalucía, Pedro Fernández, ha dicho que “las narcolanchas que durante el domingo permanecieron paradas en la bahía de Genoveses, en pleno Parque Natural de Cabo de Gata Níjar, ya han abandonado el lugar”. Esta referencia, textual, ha sido publicada por La Voz der Almería (M. R. Cárdenas 13:34 – 04 Mar. 2024), y abunda que “Así lo ha asegurado en la mañana de este lunes el delegado del Gobierno de España en Andalucía, Pedro Fernández, quien ha asegurado que en caso de de haber actuado se hubiera puesto en riesgo la vida de los agentes de la Guardia Civil”. Dicho lo cual, no es nada desdeñable hacer el hatillo y emigrar, como mínimo, a Samoa, Tonga o Vanuatu.
Según el diario El Mundo, la recalada de narcolanchas en Genoveses podría haber alcanzado la cantidad de veinte -insisto, 20-. Se trataría de embarcaciones semirrígidas de unos catorce metros de eslora y equipadas con motores fueraborda que alcanzan mil caballos de potencia. Estas embarcaciones ya habrían realizado su trabajo: desembarcar un “mix” de inmigrantes y droga, así como combustible necesario para reabastecer al retorno (petaqueras).
Debido a las condiciones meteorológicas, con fuerza 8 Beafourt y mar gruesa, los delincuentes se refugian en la ensenada de Genoveses, al abrigo del temporal de poniente. Se fondean como cualquier otra embarcación de recreo y aparecen en formación de inédita flotilla pirata a los ojos de los curiosos que, estupefactos, cuelgan los vídeos en las redes para mofa, befa… y “garantía” para operaciones posteriores, que se desarrollan a la luz del día y sin oposición alguna por parte de los inermes Cuerpos de Seguridad del Estado.
¿Acaso hay mejor terreno abonado para el crimen? Sí. Lo hay. Y es tener un gobierno tan ruin que permite este efecto llamada con declaraciones tan alucinantes como decir: “en caso de de haber actuado se hubiera puesto en riesgo la vida de los agentes de la Guardia Civil”. Es decir, tenemos a la luz del día, en una ensenada, con salida muy delimitada, en aguas interiores, en una ratonera; o sea, a huevo para una operación de captura de una importante infraestructura necesaria para la comisión de varios delitos gravísimos -no olvidemos que en estos traslados se sufren pérdidas humanas-, pero, según el delgado de Sánchez, no se puede hacer nada para no poner en riesgo la vida de los agentes de la guardia Civil.
¿Pero en manos de quién estamos? Cómo se puede ser tan miserable para argüir la salvaguarda de la integridad física de quienes la ponen en riesgo a diario, y en cualquier momento y circunstancia para cumplir con decencia, profesionalidad, honor y entrega. Justo lo que no tienen estos lamentables mandatarios políticos.
Por el contrario, según fuentes de la Guardia Civil, no se pudo hacer nada porque el Gobierno de España mantiene sin medios a los Cuerpos de Seguridad del Estado. No hay dotación para hacerse a la mar; y si la hay, está obsoleta, averiada o sin asignación de operativo. ¿Qué va a ser lo siguiente que diga el adminículo andaluz de Sánchez? Que la G C no rescate a un náufrago porque hace mal tiempo; que no suba a la montaña porque está nevando; que no intervenga un alijo de droga porque son muchos y muy malotes… en fin.
Un gobierno que quiera atajar el tráfico de personas y drogas no se lo piensa ante semejante escenario de naumaquia. Tener la posibilidad de hacerse con un numeroso grupo de delincuentes y sus embarcaciones no se aborta ante la posibilidad de que en una acción de la Guardia Civil contra el crimen organizado pudiese existir riesgo. El verdadero riesgo reside en estos gobernantes, que no se aplicaron en organizar las dotaciones necesarias de la Guardia Civil… y la Armada si fuese menester. Eso sí, ahora veremos hoteles con inusual clientela, y todas las atenciones necesarias para el mantenimiento de este espectacular efecto llamada para el florecimiento de las mafias… Con la inutilidad y el afecto del progresista Gobierno de España. Y a cantar: “A ver los barcos venir y a ver los barcos pasar.