Un equipo de científicos de la Universidad de Almería y el Instituto Benaki de Fitopatología en Grecia ha desarrollado un innovador método para medir la contaminación ambiental utilizando pulseras de plástico colocadas en colmenas de abejas.
Las abejas han demostrado ser eficaces para detectar contaminantes del aire, como los hidrocarburos y los microplásticos. Sin embargo, hasta ahora, era necesario extraer estos contaminantes de las colmenas y analizarlos en el laboratorio. La nueva propuesta de los investigadores introduce un ‘captador’ pasivo en las colmenas, un dispositivo que recolecta la mayor cantidad posible de contaminantes sin necesidad de tomar muestras apícolas.
El cambio climático y el uso constante de combustibles fósiles hacen que sea esencial realizar evaluaciones periódicas de la calidad del aire. Si se detectan concentraciones elevadas de contaminantes, los expertos pueden proponer intervenciones para reducirlas. Sin embargo, obtener estos datos en tiempo real suele ser una tarea compleja y costosa que requiere el uso de sensores y otras herramientas que deben instalarse en diferentes puntos geográficos.
Para simplificar este proceso, el grupo de investigación Residuos de Plaguicidas de la Universidad de Almería ha demostrado que las abejas de la miel (‘Apis mellifera’) pueden actuar como biomonitores de varios contaminantes en un radio de exploración de unos ocho kilómetros desde sus colmenas.
“Ahora proponemos otros captadores pasivos que nos permitan identificar hidrocarburos policíclicos aromáticos (PAH) y seguir utilizando las abejas como centinelas del aire, pero sin que ello implique impactos negativos en la colonia”, explica la investigadora María Murcia.
En su estudio, los expertos proponen tres ‘captadores’ biológicos procedentes de la actividad apícola: polen, abejas y propóleo. Además, prueban dos indicadores pasivos: una pulsera de silicona y un dispositivo desarrollado en la Universidad de Almería llamado ‘APIStrip’.
El estudio se llevó a cabo en apiarios de Dinamarca, Austria y Grecia, donde los apicultores colocaron las pulseras de plástico y las ‘APIStrips’ durante dos semanas. Luego, recogieron varias muestras que se enviaron a los laboratorios científicos para su análisis.
Este trabajo se considera un ejemplo de “ciencia ciudadana”, ya que involucra al público en actividades científicas y fomenta su contribución activa a la investigación.
Los expertos concluyeron que los mejores captadores eran el polen y las pulseras, que recogieron una variedad de hasta 14 agentes contaminantes del aire, como el naftaleno y el pireno, que en grandes volúmenes pueden tener un efecto negativo sobre la salud humana.
El equipo de investigación concluyó que el método más barato e inocuo para la actividad apícola es el uso de pulseras de silicona en las colmenas. Al usarlas, no es necesario recolectar los captadores biológicos, como las propias abejas, ni su alimento, como el polen o el propóleo.
Este trabajo forma parte del proyecto europeo ‘Insignia-EU’, en el que participa la Universidad de Almería y que ya ha utilizado con éxito las abejas como detectores de plaguicidas, microplásticos y diversidad genética vegetal en los 27 países de la Unión Europea mediante la colaboración ciudadana de 315 apiarios.