En una jugada maestra de retórica, Alejandro Lorenzo, concejal de Podemos en el Ayuntamiento de Almería, nos ha brindado una cátedra de historia con un toque moderno. Con la gracia de un cronista del tiempo, nos “dio la bienvenida al siglo XXI” al Partido Popular, en un gesto que sin duda quedará grabado en los anales de la política contemporánea.
Pero, ¡oh sorpresa! En ese mismo acto de modernidad, el señor Lorenzo decidió hacer un viaje en el tiempo, llevándonos de vuelta al siglo XX con menciones a los nazis y, más específicamente, a Goebbels. No contento con eso, se lanzó a una diatriba digna de un comunista del siglo XIX, criticando a los capitalistas con una pasión que haría palidecer a Marx. Y para rematar, denunció el feudalismo latifundista del campo almeriense y los privilegios medievales de la Iglesia por el IBI, porque, ¿qué mejor manera de ser contemporáneo que revivir los debates de hace varios siglos?
Así, en un pleno que prometía ser un aburrido trámite administrativo, Lorenzo nos recordó que el pasado nunca está realmente muerto, ni siquiera pasado. Nos mostró que para ser verdaderamente del siglo XXI, uno debe tener la habilidad de hablar de cualquier siglo… excepto, quizás, del XXI.
Con ironía aplaudimos a Lorenzo, ese visionario que, con un pie en el presente y otro en la historia, nos enseña que para avanzar hacia el futuro, primero debemos dar un par de pasos hacia atrás... aunque la sorpresa real fue no sazonarlo todo con un poco de guerracivilismo.