La muerte del papa Francisco ha provocado escenas que van desde la indiferencia al hondo pesar. Hay de todo, incluso para el denuesto. Pero lo más desconcertante e indignante es, sin duda, la tremenda hipocresía del Gobierno de España.
El émulo del dolor y reflejo de la conmiseración ha sido el ministro de Justicia. Bolaños reeditó el pasaje televisivo de Carlos Arias Navarro cuando, entre sollozos, anunció: “españoles, Franco ha muerto”. Arias Navarro se emocionó, pero no había sobreactuación. En el caso de Bolaños no hubo momentos de plañir, pucheros y sollozos. El portavoz de las pompas fúnebres sanchistas actuó como un verdadero sectario.
Bolaños no cree en la doctrina católica que este gobierno socialcomunista rechaza e insulta. Para el gobierno de Sánchez y sus adminículos el catolicismo es una extensión espiritual adscrita a la extrema derecha. Sin embargo, cuando un papa se adorna de gestos populistas afines al movimiento woke y a la ideología de izquierda y extrema izquierda; es decir: defensa de la inmigración ilegal, puertas abiertas universales, activista del cambio climático… entonces, y teniendo en cuenta la multimillonaria repercusión como influencer de la figura papal, estos oportunistas de la izquierda y la izquierda extrema se aprestan a ejercer una simbiótica parasitación ideológica. O sea, siendo profundamente anticatólicos, tratan de captar, por interés electoralista, algunos votos de católicos que con toda la razón entendían que el socialismo y el comunismo han sido y siguen sido enemigos de su fe. No olviden los episodios previos y durante la Guerra Civil española. Y no pierdan de vista la actual necrofilia de cuneta, exhumaciones y profanaciones de tumbas, y la llamada resignificación de lugares (Cruz de los Caídos) de culto y descanso eterno para víctimas de ambos bandos. Es la pulsión guerracivilista y el revanchismo, que ha encontrado en el combate contra el catolicismo una productiva brecha para mantener la tensión y la división entre los españoles.
Los que no felicitan la Navidad, llamándola solsticio de invierno. Los que se enardecen felicitando y participando del ramadán. Los que no permiten al Ejército participar en seculares tradiciones cristianas. Los que no tienen un mínimo gesto de apoyo a la Semana Santa… Ahora, gracias a un papa populista, son los más papistas, vaticanistas y la universal conmiseración con los más desfavorecidos. Es un desparrame de virtudes y valores cristianos.
Y es que hay que fastidiarse. El gobierno con más numero de imputados por corrupción. El gobierno con más ladrones del erario para uso y disfrute de sus “sobrinas”, escorts o prostitutas que disfrutaron de sueldos de empresas públicas, viviendas y otros favores que todos pagamos con nuestros impuestos; es decir fariseísmo puro. O sea, la antítesis del cristianismo y el repudio del catolicismo.
Estos, que destrozaron las dependencias de un parador nacional evocando a Dionisos (Baco), Silenos, Sátiros, Ménades… pretenden redimirse con sobreactuaciones de conmiseración ante la muerte del papa que, todo hay que decirlo, nunca tuvo ni una mala palabra ni una buena acción sobre la persecución del catolicismo por los radicales de la izquierda; ni por la zafiedad de los culturetas de izquierdas en las provocaciones e insultos hacia los creyentes; ni por la insultante asimilación de Iglesia católica con extrema derecha.
Agenda
