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Borrar la memoria de ETA

Por Jose Fernández
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martes 20 de octubre de 2020, 13:21h

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Que Pedro Sánchez es el presidente de Gobierno más miserable que ha dormido en el Palacio de la Moncloa es algo que no sólo conoce su famoso colchón, sino que es un hecho incontestable que su comportamiento confirma prácticamente a diario. Esta misma mañana, en un tuit de condolencia por la prematura muerte de quien fuera responsable de la Policía Nacional y la Guardia Civil durante pasados gobiernos, Joan Mesquida, ha empleado el mismo lenguaje infame de la banda asesina ETA para calificar su sangriento historial como “lucha armada”. “Trabajó sin descanso para acabar con el terrorismo de ETA y lograr el fin de su lucha armada,” ha escrito esta mañana en su cuenta oficial de Twitter. Es decir, que para el presidente del Gobierno de España, los cincuenta años de muerte y sangre de los asesinos independentistas han sido años de “lucha armada”. Como la Resistencia francesa ante los nazis. ¿Era lucha armada el tiro en la nuca? ¿Los coches bomba junto a casas-cuartel de la Guardia Civil eran lucha armada? ¿Los políticos socialistas asesinados por ETA eran víctimas de una lucha armada? Hace falta tener un concepto inabarcable de la indignidad para asumir el discurso de los asesinos a cambio de que sus diputados herederos te sostengan en el cargo. Y antes de que los más hiperventilados empiecen con las excusas del fallo tuitero o del error de concepto del currito de turno en Moncloa, cabe recordar ahora que fue Sánchez quien de viva voz, serena y conscientemente y en la tribuna del Senado, mostró su apesadumbrada condolencia por la muerte de un preso de ETA encarcelado por colaboración con banda armada y depósito de armas. Ninguneador constante a las víctimas del Terrorismo y plañidero oficial de los etarras. Este es el presidente que tenemos.
Pero a ver si creía alguien que los votos de los herederos de ETA le iban a salir gratis a este infame aventurero del poder. La estrategia del gobierno con los asesinos etarras es parecida a la empleada antes del verano con el coronavirus, cuando Sánchez salió a decir que él había doblegado la curva, que había salvado casi medio millón de vidas, que había vencido al virus y que podíamos salir a disfrutar el verano alegremente, pero que antes le aplaudiéramos. Con los criminales de ETA es similar: mientras los votos de sus cachorros le sean necesarios, lo de esa banda será como un mal sueño que no terminó de existir del todo. No habrá ni viudas, ni huérfanos, ni víctimas. Como mucho, un exceso de vehemencia reivindicativa ante el intolerable acoso de las fuerzas del orden. Legítima defensa. Lucha armada.
Y esto no es más que una gota de agua en el charco de pintura blanca que esta gente quiere arrojar sobre la memoria entera de un país. Tenemos todavía más de trescientos crímenes de ETA por resolver, pero la preocupación del gobierno es resolver los crímenes de las cunetas de hace noventa años. Esa es la base sobre la que construir un nuevo relato exculpador que termine certificando, dentro de unos años, que lo de ETA apenas pasó por nuestras vidas. ¿No me creen?
Una encuesta que acaba de realizar GAD3 sobre el impacto de la memoria de ETA en los españoles refleja que 7 de cada 10 encuestados son incapaces de reconocer al funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara al mostrarles las imágenes de su liberación por la Guardia Civil y su llegada a casa demacrado y con una larga barba, tras más de 500 días encerrado en un agujero por los terroristas. Y eso no es todo. Seis de cada diez encuestados entre los 18 y 35 años no saben quién era Miguel Angel Blanco. Los jóvenes no saben lo que supuso el asesinato del joven concejal y la reacción nacional que ello provocó, porque más de 7 de cada 10 desconocen el denominado “Espíritu de Ermua”. La mejor manera de acabar con ETA no estaba en la acción policial y en el consenso político, sino en el borrado del disco duro de la memoria colectiva.
Pero mientras algunos tengamos memoria y la posibilidad de escribir, recordaremos que España tuvo presidentes del Gobierno de la calaña de Rodríguez Zapatero, capaz de llamar “hombre de paz” a un etarra secuestrador confeso como Otegi, o al pájaro de Sánchez, que “por error” dice que la acción criminal de ETA era “lucha armada”.
Qué vergüenza. Qué asco.

Jose Fernández

Periodista.Asesor de Prensa
en el Ayuntamiento de Almería.