En Almería, cada gota de agua vale su peso en oro, y a partir de enero, más todavía. Vamos a tener el privilegio de pagar un precio más alto por el agua que sale de nuestros grifos, así de chulos somos... la cerveza más cara de España (con o sin tapa). ¿Por qué? Porque, básicamente, en una tierra tan seca como la nuestra, el agua solo puede venir de tres sitios: pozos subterráneos, trasvases o desaladoras.
Los pozos, esa fuente casi mítica de la que ya casi no podemos obtener nada, los hemos dejado salinizados entre unos y otros. Después está el trasvase. ¿Recordáis cuando José Luis Rodríguez Zapatero derogó el trasvase del Ebro? ¡Qué tiempos aquellos en los que pensábamos que el agua podía venir desde lejos! Y finalmente, tenemos la desaladora, porque que nos garantiza agua de calidad, siempre y cuando el mar siga existiendo. Claro, todo tiene su precio, y desalar agua no es barato. Aunque utilicemos energía renovable, el coste sigue siendo elevado.
El concejal Juan José Segura, en su intervención en el pleno del Ayuntamiento, casi parecía un abogado defensor de Aqualiam cuando debería haber contado las medidas con las que se controla a la concesionaria, tanto en el servicio como en las inversiones. Parecía más interesado en explicar las bondades de la empresa, cuando podría haber anunciado una nueva concesión a ver si alguna empresa es capaz de hacer el mismo servicio por menos dinero.
Segura también nos dijo que, gracias a la subida del agua, ya no veremos a ciudadanos acarreando botellas de agua para beber, y no sé, quizás tengamos que ducharnos con agua embotellada porque, a este paso, puede que salga más barata que la del grifo. Es una manera curiosa de justificar el aumento de precio, sin duda.
Lo más lógico sería admitir que lo que pagamos por el agua es una tasa, no un impuesto. Las tasas, en teoría, deberían cubrir el coste del servicio. Pero, si nos fijamos en las cuentas de Aqualia del 2023, encontramos que obtuvo un beneficio neto de 110.720 millones de euros en España. Sí, 110.720 millones de euros. Se entiende que la empresa debe obtener un beneficio ¿pero cómo puede ser que una empresa que cobra una tasa tenga semejantes beneficios?
Detrás de Aqualia está FCC, que posee el 51%, y un fondo australiano con el 49%. Así que, básicamente, estamos pagando no solo por el servicio, sino también para engordar las arcas de una empresa privada. ¿No sería más sensato que nuestro concejal nos explicara qué exigencias pone el Ayuntamiento a Aqualia y cómo se justifican estos enormes beneficios?
Mientras los ciudadanos de Almería nos preparamos para pagar más por el agua, quizá deberíamos cuestionarnos si realmente estamos recibiendo un servicio por el cual vale la pena el coste o si simplemente estamos subvencionando los beneficios de una gran corporación. El agua es esencial, pero su precio no debería ser un lujo... bueno, luego está eso de eximir total o parcialmente del pago a las personas más vulnerables, pero que pagaremos los demás (como pasa con la energía eléctrica).
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