El pasado jueves 13 de abril nos dejó Carlos Tena, uno de los periodistas y críticos musicales más influyentes y polémicos de nuestro país. Su trayectoria profesional abarcó desde la radio hasta la televisión, pasando por la prensa escrita y la producción discográfica. Fue un apasionado de la música, un melómano que supo descubrir y apoyar a los artistas más innovadores y transgresores de cada época.
Es imposible no vincular mi generación a Popgrama, La caja de los ritmos o Música maestro. Con él aprendí mucho sobre música, pero también sobre sobre rebeldía. Carlos Tena era un hombre que no se callaba nada, que decía lo que pensaba sin miedo a las consecuencias. Y eso le costó más de un disgusto, como cuando tuvo que dimitir de La caja de los ritmos tras la polémica actuación de las Vulpes y el revuelo que causó su canción "Quiero ser una zorra". Fue un escándalo que hoy nos parece ridículo, pero que en aquel momento supuso un ataque a la moral y las buenas costumbres en una televisión pública, que era además, la única.
Carlos Tena fue también un pionero en muchos aspectos. Fue el primero en entrevistar a Bob Marley en España, el primero en traer a grupos como The Clash o The Police, el primero en apostar por la movida madrileña y por artistas como Alaska, Nacha Pop o Radio Futura. También fue el primero en hacer programas de televisión musicales con un formato original y divertido, como aquel en el que se disfrazaba de extraterrestre y hacía preguntas absurdas a los invitados. Era un showman, un provocador, un genio para ese medio.
Pero lo más importante de Carlos Tena era su gran olfato para saber dónde estaba la buena música. No le importaba el género, el estilo o la fama. Le gustaba lo que le gustaba, y lo defendía con pasión y con argumentos. Era capaz de disfrutar tanto con una copla como con un rock and roll, el punk, el pop o lo que hiciese falta. Era un hombre culto, curioso y ecléctico. Y eso se notaba en sus programas y en sus artículos.
Carlos Tena se ha ido, pero nos deja su voz, su mirada crítica y su amor por la música. Nos deja sus recuerdos, sus anécdotas, su excentricidad. Nos deja la idea de que la música es honestidad y rebeldía... un comunista que ¡oiga! ¡que se fue a vivir a Cuba! ¡no como otros que todos conocemos! ... igual no fue eso lo más inteligente que hizo en su vida, pero fue una prueba de compromiso ideológico absolutamente inhabitual.
Gracias por todo, Carlos. Hasta siempre.