El principal problema del Partido Socialista en la capital almeriense no radica en sus propuestas ni en su capacidad de análisis, sino en algo mucho más preocupante: hace tiempo que se rindió. La formación política parece haber encontrado una zona de confort en la oposición, donde sus concejales y asesores se han acomodado, conformándose con sus roles actuales y sus correspondientes remuneraciones, sin mayor ambición por alcanzar el gobierno municipal.
Esta realidad se manifiesta pleno tras pleno, donde la actual portavoz y candidata en las dos últimas elecciones con resultados poco alentadores, Adriana Valverde, se limita a abordar temas que, si bien son relevantes para la ciudad, no representan el núcleo duro de la gestión municipal. El último pleno fue un claro ejemplo: durante la aprobación rutinaria del padrón municipal de habitantes, Valverde aprovechó para criticar el modesto crecimiento poblacional de la capital (4%) en comparación con municipios como Roquetas (más del 20%) o Huércal de Almería. Si bien es una observación válida, resulta sintomática de una oposición que parece rehuir los debates más complejos.
Incluso la moción socialista que defendió Valverde para la construcción de un instituto en La Cañada fue floja, muy floja.
En contraste, encontramos a Carmen Aguilar, quien se enfrentó a Valverde en las últimas primarias y, tras su derrota, fue incluida en la lista electoral - un gesto que honra a la candidata ganadora-. Aguilar destaca por su capacidad para abordar los temas más complejos, especialmente en el ámbito económico, con una profundidad y visión política sobresalientes. Sus intervenciones no se limitan a análisis técnicos, sino que incorporan una importante carga política que frecuentemente deja en evidencia al equipo de gobierno, cuyas respuestas, aunque fundamentadas, carecen de la misma contundencia política en el debate.
Sin embargo, y aquí radica la paradoja, el partido ni siquiera considera a Aguilar como posible candidata para las próximas elecciones municipales. En su lugar, barajan opciones como otros miembros del equipo o incluso alcaldes de municipios menores como alternativa a Valverde, una estrategia que probablemente les conducirá a un nuevo fracaso electoral.
La realidad es que el PSOE almeriense tiene en Carmen Aguilar una candidata excepcional: preparada, combativa y con capacidad para elevar el debate político. Pero parece que el partido está más cómodo evitando el riesgo de ganar unas elecciones, como si la perspectiva de tener que gobernar la ciudad fuera una responsabilidad demasiado pesada para asumir. Esta actitud no solo perjudica al partido, sino que hace un flaco favor a la democracia local, que necesita una oposición fuerte y ambiciosa, capaz de presentar alternativas reales de gobierno y no conformarse con el papel de eterno crítico en la bancada opositora.
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