La penúltima performance de Pedro Sánchez pretende abrir un nuevo horizonte de usos y costumbres para 2050. No sabe qué hacer pasado mañana; se desdice de lo que dijo ayer; gestiona como el culo la pandemia; provoca la invasión de ilegales… y va y nos orienta a 29 años vista.
Un gobierno en el que una ministra, que mejora a “La hierbas” de “La que se avecina”, provoca la reacción ojiplática de la Calviño con la derogación de la Reforma Laboral. Un gobierno que permite falsificar el pasaporte del enemigo número uno de Marruecos para darle sibilino cobijo y provocar la mayor crisis de la inmigración ilegal. Un gobierno que ha causado la mayor ruina sanitaria, económica y social… En fin, un gobierno cuyas directrices pretenden apuntalar un edificio catastrófico presentando una sala hipóstila de floreados capiteles corintios, y con estas columnas de futuro, dice sostener el devenir hasta 2050 y ¡Hasta el infinito y más allá! Esto no tiene fuste.
El Gobierno de España asegura “no permitir el chantaje”. Un gobierno que asienta su base vital sustentado por la peor calaña de independentistas, filoetarras y antisistema es terreno abonado para advertir por cualquier rival medianamente avisado la debilidad y errática conducta de un gabinete ministerial en el que anida la rapiña y la coprofagia de sus propias miserias.
Si quieres construir un edificio con garantías de solidez estructural no puedes empezar a forjar con aluminosis y ferralla podrida. Es imposible sustentar la cubierta si la Izquierda Republicana te quita pilares fundamentales. Tampoco augura seguridad la alfarjía de Podemos, que viola hasta la ley de la gravedad. Y no puedes escatimar calidades cuando los nacionalistas pellizcan con desmedida ambición el presupuesto del proyecto. Arriostrar esta construcción (España) con semejante gentuza es garantía de desplome para desgracia de sus sufridos habitantes.
Los continuos episodios de este gobierno se condensan en escarceos, rebeliones y sabotajes internos que habrían hecho naufragar la “Bounty” nada más zarpar. Pedro Sánchez está permanente oteando un horizonte de adulaciones, y para sí quisiese una legión de rebañapailas que emularan a Whitman: ¡Oh capitán, mi capitán! Sin embargo, el Ibex no está por la poesía y el malabarismo de estos “ex simios” que pretenden eximia trascendencia epigráfica, cuando sólo merecen la damnatio memoriae.
Si albergase atisbo de verdad la intención de Pedro Sánchez en la forja del futuro 2050, tendría que empezar por preguntarse a sí mismo cuál es su identidad ideológica y moral. Este PSOE no lo conoce ni la madre que lo parió. Ya es el Socialismo de Autor (SA) -no confundir con las SA de Ernst Röhm- lo que identifica algo que queda muy, pero que muy alejado, de aquella socialdemocracia de Willy Brandt con la que Felipe decía emparentar.
El actual mix de intereses cruzados que apoya a Sánchez es la peor cimentación para aventurarse a un futuro inmediato. La ensoñación de Sánchez es un combate de permanentes pesadillas (insomnio, ya saben) que no paran de dar espectáculo de estupefacción y choteo para propios y extraños. Sólo se podría empezar a construir el país del futuro desprendiéndose de las rémoras del presente. Y para ello, Sánchez tendría que sacrificar sus deplorables filias por el bien de España.
Si Sánchez pretende salir del atolladero, sólo puede asirse al apoyo del Partido Popular. Esto no es ningún dislate; ya se ha experimentado y es vigente en países que nos sacan siete traineras en solvencia democrática. Un pacto de Estado entre PSOE y PP no sólo evitaría la permanente nube de buitres que merodea el cielo de España en chantaje permanente, también produciría un cambio de concepto -y respeto- entre aquellos que nos han tomado por el pito del sereno. Marruecos ya nos ha cogido la medida y sabe que, con este gobierno mangurrino, tiene múltiples opciones para tocarnos la bellota.
El Gobierno de España dice que “no permitiremos ningún chantaje”. ¿Chantaje dices? ¡Chantaje eres tú!