Recuerdo con nostalgia aquel momento en que Pedro Sánchez, nuestro amado líder, decidió indultar a los condenados por el Procés. Después de haber repetido con su firmeza de acero en la mandíbula que jamás lo haría, se lanzó al abismo del indulto como si fuera un niño en un parque de atracciones. Y yo, ingenuo de mí, escribí un artículo donde me asombraba de su capacidad para hacer más por los independentistas catalanes y sus votos que por sus propios compañeros de partido.
Porque claro, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, esos dos expresidentes de la Junta de Andalucía condenados en firme por el desfalco de los ERE fraudulentos, parecían ser meras anécdotas en su agenda. Ellos, claro, tenían que sufrir las consecuencias de sus actos, eran el pasado y ya no eran útiles en su estrategia, eran el pasado y él, el futuro. Pero los independentistas catalanes, ¡ah, esos sí que saldrían libres porque sus votos eran imprescindibles!
Qué equivocado estaba yo… Resulta que simplemente no era el momento adecuado.
Porque claro, uno no puede prever el futuro, y menos en política.
¡Qué equivocado estaba! Lo reconozco. Resulta que, sencillamente, todo era cuestión de tiempo, y quizá ahora, cuando tanto le critica la vieja guardia felipista, sea oportuno atraer el cariño algunos de aquellos socialistas que fueron alguien en algún momento.
Pedro Sánchez, el mismo que juraba y perjuraba que nunca más habría políticos indultando a políticos, solo necesitaba hacerse con el control del Tribunal Constitucional. Y ahí lo tenemos, prostituyendo sus funciones, que no es casar sentencias, si no considerar si algún derecho constitucional se ha vulnerado durante el proceso judicial. Ahora, va tumbando todas y cada una de las condenas firmes que hicieron la Audiencia Provincial de Sevilla, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía y el Tribunal Supremo. Ninguno de los magistrados que juzgaron la causa apreciaron ninguna irregularidad, hasta que llegaron los listos del Constitucional y los “indultan” a todos. Nada existió. Bueno sí, el fraude existió, el dinero se lo llevó alguien, pero no hay culpables... estupendo...
Así que aquí estamos, observando cómo Pedro Sánchez ha redefinido las reglas judiciales, y más que nunca, hay políticos indultando a políticos; políticos haciendo malabares con la justicia para asegurarse de que a sus amigos les levantan las condenas.
En fin, supongo que esto dará mucho ánimo a Begoña Gómez... siempre que Pedro Sánchez, ese señor con quien comparte piso en régimen de coworking, siga trabajando en lo mismo.
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