El precio de la electricidad está disparado, y por eso es tan importante elegir unos electrodomésticos que sean plenamente eficientes, que den un buen servicio minimizando a su vez el consumo energético. Y es que si fuimos reduciendo en el consumo real pasándonos a la iluminación led, o si somos capaces de maximizar la lavadora o el lavavajillas eligiendo las horas de uso para que sean las más baratas, contra el frío nada podemos hacer, y el calefactor hay que encenderlo en ese momento, no podemos esperar a que baje el precio para enchufarlo, ni desenchufarlo cuando sube.
A continuación te vamos a explicar las diferencias que hay entre dos tipos de calefactores, las ventajas e inconvenientes de cada uno, para tomes una decisión que se ajuste a tus necesidades.
El calefactor cerámico tiene como principal ventaja que comienza a proporcionar calor de un modo muy rápido, ya que desde el punto de vista técnico, lo que hace es impulsar el aire entre unas resistencias que se calientan al estar encendido, por lo que se nota inmediatamente. Otro detalle es que en algunos casos, precisamente ese sistema de funcionamiento les permite actuar como ventiladores en verano.
Este tipo de aparatos es, por lo general, manejable, suele tener unas dimensiones reducidas, como el de una caja de zapatos, por ejemplo, lo que permite colocarlo en cualquier lugar, desde debajo de una mesa para calentarnos los pies en la oficina, hasta hacerlo encima de un mueble.
Si bien algunos pueden resultar decorativos, hay otros tipo placa, que pueden colgarse directamente de la pared, junto al enchufe más próximo.
Tanto en estos modelos como en los de aceite, debes tener en cuenta que la potencia que pueden alcanzar es similar, y que su precio depende de eso, pero también de otros detalles, como las pantallas LCD que pueden llevar, o las posibilidades de programación, entre otras cosas.
Los calefactores de aceite son algo más grandes, pero tienen ruedas y pesan poco, asi que eso no es un problema ya que se pueden mover con una mano.
Un dato importante en éstos es que su nivel de ruido es cero, consumen poco, y quizá de lo único que debas tener cuidado es que como son metálicos, podrías quemarte al tocarlo aunque lo cierto es que están preparados para que su temperatura nunca llegue a ese extremo.
Su sistema de funcionamiento es sencillo, ya que dentro lleva aceite, éste se calienta, y a su vez lo hace el metal, por lo que el calor que produce es rápido y duradero, ya que incluso cuando se apaga, mantiene la temperatura un rato, hasta que el aceite se enfría. Por el contrario, como el aceite tarda poco en calentarse, coge temperatura sin dilación.
Como puedes observar, tienen ventajas e inconvenientes, y solo tú puedes decidir cuál te interesa más, aunque no son excluyentes. Por ejemplo, en el cuarto de los niños es mejor uno cerámico de tamaño grande (o el que se ajuste al tamaño de la habitación), o incluso si como te hemos dicho antes, quieres ponértelo cerca de los pies bajo la mesa de la oficina, o en la cocina, en un rincón; pero si quieres calentar una habitación más grande, como un comedor o el dormitorio principal, puedes optar por el de aceite, que además te permite trasladarlo de un lugar a otro y no necesitas dos.