Para muchos clubes y aficionados, la Copa del Rey es una de las competiciones más atractivas. Su formato de eliminatorias hace que sea su desenlace sea impredecible y que los pequeños lo sean un poco menos. Es por ello que, cada año, algunos equipos humildes dan la campanada y eliminan a otros de categorías superiores. Igualmente, las casas de apuestas más conocidas ya tienen sus propias predicciones.
Pero la edición 2020/2021 es especial y diferente a causa de la pandemia de la Covid-19. Así que, ¿cómo afronta el UD Almería su participación en el torneo del KO? ¿Con la misma ilusión de otros años o con la sensación de que se trata de una piedra en el camino? Arrojamos algo de luz sobre ello.
Un plus de moral y un escaparate
Hacer una buena participación en la Copa del Rey es siempre una inyección de moral para los jugadores. Aunque parece una utopía igualar o acercarse a la histórica temporada 2010/2011, en la que el equipo almeriense alcanzó las semifinales, de momento el sorteo ha sido benigno: el CE L’Hospitalet, de Tercera División, es el rival de la Primera Ronda.
Además, avanzar en el torneo puede suponer un gran escaparate para algunos de sus jugadores con la vista puesta en futuros traspasos, una fuente de ingresos que el club almeriense ha sabido siempre explotar.
Sobrecarga de partidos sin el aliciente de la taquilla
Sin embargo, la otra cara de la moneda de una buena actuación copera sería la acumulación de partidos en una temporada que tiene un calendario ya de por sí comprimido. Si Jose Gomes quiere que sus chicos lleguen frescos a final de temporada, necesitará recurrir al fondo de armario de la plantilla.
Todo ello en una edición que no tendrá el aliciente económico de otros años: mantener vacío el estadio de los Juegos del Mediterráneo impedirá hacer caja con la taquilla, incluso si el UD Almería acaba emparejado con un grande.
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