Armado con el mando a distancia disparo a la televisión, y nada, seguimos inmersos en la anécdota convertida en categoría, que es la única forma de llenar horas de informativo cuando no hay nada que contar, o lo que se debería contar, no se quiere contar.
Todos los canales dando los tres mismos casos de rechazo a profesionales que están jugándose la piel contra el COVID19, y no hay más, pero da igual, se repiten una y otra vez, y otra, y otra, hasta dar la sensación de que existe una situación de acoso generalizado, cuando la realidad es el agradecimiento.
Tenemos la cajera de supermercado a la que le piden que se vaya del bloque en una nota que coge su hijo, tenemos el médico al que agradecen su trabajo pero le animan a marcharse a un hotel mientras dure esto, y tenemos el caso de la ginecóloga, que me parece a mi que tiene un perfil muy distinto a los anteriores.
Para empezar, mientras a los otros dos les agradecen su tarea y les sugieren que por el bien general, abandonen su domicilio, en el último, a ésta médico, le pintan con spray negro en su coche blanco las palabras “rata contagiosa”. Igual es el exceso de series policíacas y forenses que me estoy tragando durante el confinamiento, pero el “su-des” (sujeto desconocido) muestra unos rasgos que nada tienen que ver con los otros, y más bien se diría que ha usado la coyuntura para arremeter contra esta mujer, a la que estoy convencido odia visceralmente, pero no de ahora.
Lo que tampoco acabo de entender, es por qué son tan malísimos quienes piden a sus vecinos cajeros, médicos… que se vayan mientras dure la pandemia, pero es muy bueno el policía que vive desde que comenzó todo, en una autocaravana para no entrar en su casa.
Lo que tampoco acabo de entender, es por qué son tan malísimos quienes piden a sus vecinos cajeros, médicos… que se vayan mientras dure la pandemia, pero es muy bueno el policía que vive desde que comenzó todo, en una autocaravana para no entrar en su casa. ¿En qué quedamos? Si dicen que es tan contagioso que por responsabilidad, hay quienes viven en un hotel, o quienes se autoaislan en casa ¿por qué son tan malos quienes piden a sus vecinos sanitarios que se distancien?
La televisión lo emite todo, a mogollón, sin reflexión, sin análisis, a llenar.
¿Lo ven? Me acabo de ir por la anécdota, como hace el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, cuando afirma que la Fiscalía estudiará si estos casos –tres o cuatro, insisto- son delitos de odio, o cuando anuncia una investigación para confirmar si el expresidente del PP Mariano Rajoy, ha incumplido el confinamiento y sancionarle por ello.
Con estos asuntos se llenan los minutos tediosos de televisión, mientras en ninguna de ellas se habla de que la Fiscalía Anticorrupción investigó a la empresa que ha vendido 20 millones de euros en mascarillas al gobierno de Pedro Sánchez, que sí cuenta la prensa independiente, y tampoco tienen tiempo de investigar qué empresa les vendió los test fraudulentos y por qué el gobierno sigue ocultando el nombre de la misma, o por qué el gobierno hace negocios con una mercantil condenada por estafa.
A todo esto, podemos ver en las televisiones naves con féretros de otros países, porque es información, pero los de aquí no, porque entonces es morbo, cuando la gente tiene derecho a contemplar en qué condiciones se trata a sus difuntos, más si ni tan siquiera se han podido despedir de ellos.
No sé si me quedará París, porque ese viaje previsto para verano aún no ha sido cancelado, pero al menos espero que me quede libertad para informar.
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