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Cuenta cuentos

Por Moises Palmero Aranda
domingo 27 de marzo de 2022, 19:22h

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Desde 1967, cada 2 de abril, se celebra el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil, conmemorando el nacimiento de un escritor, que es uno de los más traducidos en el mundo y que ha formado parte de nuestra infancia a través de sus cuentos, Hans Christian Andersen. ¿Quién no ha leído, y contado, el Patito feo, la Sirenita, Pulgarcita o el Soldadito de plomo?

Andersen escribió teatro, libros de viajes, novelas, poesía, operas, opiniones periodísticas, y sin embargo fueron sus cuentos para niños, que a veces no eran demasiado infantiles, los que grabaron su nombre en la historia de literatura.

Los cuentos, las historias, las leyendas, son los que han movido el mundo, transmitiendo conocimiento, valores, experiencias, vivencias, diversión, esperanzas, ilusiones, tradiciones, visiones de futuro. Desde que nos sentábamos alrededor de una hoguera, hasta la actualidad, no han dejado de acompañarnos, de emocionarnos, de inspirarnos, de ilusionarnos, y sin embargo, sigue pareciendo un género menor dentro del mundo de la literatura.

Da la sensación que escribir para niños, para jóvenes, es mucho más fácil, cuando todos sabemos que no es verdad, porque a estas edades son lectores más exigentes que los adultos. Para ellos no existen medias tintas, ni segundas oportunidades y relecturas, si no le gusta lo que leen lo abandonan, y lo dicen sin ambages, sin la hipocresía del sí pero no.

En la actualidad, cuando pensamos que nuestros hijos leen menos que antes, la literatura infantil y juvenil vive su mejor momento editorial. En 2021 generó unos ingresos aproximados de 367,1 millones de euros, 55 millones más que el año anterior. Sé que las cifras, cifras son y que con su naturaleza fría, relativa, interpretable y manipulable, no son sinónimo de calidad, de constancia, de eficacia para fidelizar lectores, pero hay que reconocer que son cifras que nos devuelven la esperanza, el optimismo, la ilusión, por devolverle a los libros el lugar predominante que han tenido en el desarrollo, la evolución, el crecimiento del ser humano, a nivel individual y de la colectividad.

Pero sea cual sea la razón del aumento de estas cifras, si el marketing, el cine, los videojuegos, lo que quiero reivindicar aquí, es la importancia del creador de los cuentos, del imaginador, del autor que parte desde el folio en blanco, desde el caos que le rodea para seleccionar, diseccionar, transformar, imaginar los elementos invisibles para la mayoría, de darle vida a los personajes que nos seducen o nos crean repulsión, y de ponerlos en situaciones inverosímiles, ridículas, de ensueño, que conforman las historias . Que me perdonen los ilustradores, los editores, los músicos, y todos aquellos que embellecen y adornan las historias para completarlas, algunas veces mejorarlas, o que dan forma a los libros para venderlos, pero sin una buena semilla, nada sería posible.

Me apena ver como los autores, ya no solo los de infantil y juvenil, son los peor remunerados, reconocidos, dentro del mundo editorial. Es cierto que las historias, las ideas, se acumulan en los cajones, que todos tenemos una, y que en la actualidad vende más la imagen que cualquier otra cosa, pero alguien recuerda quién ilustró o editó los cuentos de Andersen, de los Hermanos Grimm, de Perrault o de Dickens. Probablemente no, lo que recordamos son sus historias, sus cuentos, sus fabulas, su imaginación, su creatividad, su pasión, su talento.

Lo que si recordamos son los cuentos que nos contaban de pequeños, o que hemos contado a nuestros hijos, o sobrinas, en la penumbra de la habitación antes de acostarse; o bajo un naranjo, amenazado de derribo, mientras merendábamos; o a la orilla de la playa mientras buscábamos “terosos”; o junto a la chimenea en los días lluviosos; o en las noches de verano mirando las estrellas y buscando la constelación del delfín. En esos grandes momentos siempre hay un autor que puso sus historias a nuestro servicio, para que pudiésemos adaptarlas, para que las usásemos como quisiésemos, para embellecer nuestros recuerdos.

Ahora que la luz es un lujo, que los supermercados se vacían, que volvemos a la oscuridad de los bunkers, que abandonamos a la gente en el desierto, es el mejor momento para refugiarse en los cuentos, de recuperar la infancia, de regalar historias en las que protegerse, a las que volver cuando todo parezca perdido. No hace falta que compres libros, que engordes las cifras editoriales, solo cuenta los cuentos, honra a los autores y transmite, comparte, ofrece las historias que a ti te emocionaron, las que te hicieron crecer. Para eso se crearon, para ser semilla, para germinar y echar raíces en cada uno de nosotros, para cambiar el mundo.

Cuenta cuentos

Moises Palmero Aranda

Natural de El Ejido, Almería. Licenciado en Ciencias Ambientales por la Universidad de Almería. Desarrolla su trabajo en el mundo de la Educación Ambiental desde la Asociación El árbol de las piruletas, donde ha utilizado la literatura como una herramienta más de sensibilización. Es autor y narrador de cuentos infantiles, entre los que destaca El árbol de las Piruletas y Un delfín entre las estrellas (próxima publicación) Secretos en el Sendero, nueve relatos de misterio donde se mezcla literatura, senderismo y geocaching, es su primera publicación en solitario. 32 motivos para no dormir; Pasos en la oscuridad; Taller de cuentos; 12 caricias; 13 muertes sin piedad; Ángel de nieve; Ulises en la isla de Wight; Crímenes callejeros; El oasis de los miedos; Letras para el camino, El mar, la mar, Relatos Velezanos V son algunas antologías donde aparecen sus relatos. Colabora en Candil Radio con los programas “La mirada del delfín viajero” y “Letras de Esparto”. En radio UAL dirige y presenta el programa de entrevistas Radio Ecocampus. También ha hecho sus pinitos en el mundo del cortometraje con El hombre y la flor. Otra oportunidad y su guión “Residuos” fue el ganador del I Concurso de guiones para cortometrajes “Carboneras Literaria”. Socio fundador de la Asociación Literaria y Cultural Letras de Esparto.