El "Debate sobre el estado de la ciudad" celebrado en el Ayuntamiento de Almería este martes ha revestido, como era de esperar, un extremado componente electoralista por parte de todas las fuerzas políticas, dejando entrever que no tendremos una campaña tranquila en las municipales del 28 de Mayo.
Frente a las críticas de la oposición, el modo de conocer en qué sí está de acuerdo el equipo de Gobierno que lidera Mar Vázquez, y del que Ana Martínez Labella es portavoz, es atender a los silencios, a lo que no respondió. Y uno de ellos fue el mantenimiento en general y la limpieza en particular, algo en lo que incidieron todos de un modo u otro, sin una respuesta convincente, como tampoco hubo respuesta sobre el incomprensible carril raro que afea y entorpece el Paseo, a proyectos no realizados (el centro deportivo de Costacabana, por ejemplo) y tampoco a la creciente presión fiscal.
Todo eso no puede ser culpa de Pedro Sánchez, aunque sí lo es de otras cuestiones, como las comunicaciones con el resto de la península.
Pero el ambiente electoral lo impregna todo, y así, para la socialista Adriana Valverde y la ex-podemita Carmen Mateos, Almería es lo más parecido a uno de esos territorios en guerra que tan desgraciadamente estamos acostumbrados a ver... nada funciona y todo está fatal.
Mateos no se cortó a la hora de hacer campaña, dirigiéndose directamente a los posibles electores, y Valverde no dudó en usar como altavoz electoral el pleno, anunciando medidas que llevará en su futuro programa, pero eso choca frontalmente con una realidad que él espetó Martínez Labella: si los socialistas no son capaces de organizarse ¿cómo van a gobernar la ciudad? Eso es lo más demoledor para el socialismo almeriense, más incluso que la "mala fama" que le está generando tener a algún sobrino de Tito Berni copando titulares, como implícitamente se dejó caer.
"Eso mismo podría aplicarse a Mateos, cuyas críticas se pierden en el vacío cuando se hacen eco de bulos, pero que, metidos en harina electoral, no aportó ni una sola propuesta en positivo. Y volvemos al mismo punto, su trayectoria no es como para generar confianza en el electorado, tampoco para ir dando lecciones de nada".
En ese lado de la oposición habría que colocar a Miguel Cazorla, concejal no adscrito igual que Mateos, y que se centró en tres cuestiones que parece haber convertido en claves de campaña: la participación ciudadana, la desaladora y la marihuana. Incidió en otras también (igual que otros también se refirieron a ellas), y en general fue duro con el equipo de gobierno, quizá porque asume que va a ser objeto de la misma dureza, pero sobre todo porque quiere marcar su propio territorio.
Y si Cazorla marca su propio territorio de ese modo, es porque los otros tres concejales que tomaron la palabra, siendo críticos, incluso alguno muy crítico, no cayeron en el catastrofismo de los tres anteriores.
Joaquín Pérez de la Blanca, el primer edil que pasó a los no adscritos en este mandato tras salir de Vox, fue el más suave con el PP aunque sin obviar alguna queja, y da la impresión de que anda llamando a la puerta de los populares. Hay que recordar que es el único de los tres no adscritos que no ha anunciado que concurrirá a las municipales, en tanto que Cazorla tiene Almería Avanza, y Mateos, Almería Suma. Pérez de la Blanca no ha dado en ningún momento muestras de sentirse a disgusto en la política, pero no tiene partido.
Dentro de este bloque, el de la crítica moderada, Rafa Burgos se mantuvo en la línea propositiva de Ciudadanos, exponiendo problemas y ofreciendo soluciones, y sobre todo, disposición a negociar para lograr metas comunes. Juan Francisco Rojas habló en nombre de Vox, y fue en la misma línea, dejando a un lado los temas más ideológicos y centrándose en los problemas reales de la ciudad, pero tendiendo siempre la mano.
También resultaron estos dos últimos los que menos hablaron como candidatos, pese a que ambos están confirmados como tales. Está claro que el PP, llegado el caso, podría entenderse con ellos, no gratis, porque nada es gratis, pero eso otorga aún más tranquilidad a los populares.
En el equipo de gobierno se echó en falta la autocrítica. Hay cosas que en Almería no funcionan o funcionan mal, y no se puede acusar de ello al gobierno central, lo que es tan inapropiado como la defensa que Valverde hace de Sánchez, cuya gestión en beneficio de la ciudad es desconocida, porque las inversiones a las que hizo referencia son, o de la Unión Europea o de gobiernos de Mariano Rajoy.
Mostrar cuatro, seis o diez calles remodeladas no oculta que la solería de la Rambla García Lorca esté destrozada o que haya calles sin aceras ni asfalto. Hablar de zonas verdes cuando no se podan los árboles (algunos, doy fe, llevan dos décadas así) o cuando ya no se puede seguir manteniendo que es una de las ciudades con los impuestos más bajos, pues hay que mirarlo.
La cuestión es que todo apunta a que María Vázquez seguirá siendo alcaldesa de Almería, y es en ella en quien recae la responsabilidad de la gestión de la ciudad. No puede conformarse con mirar cómo no tiene nadie ante ella, y tiene que ser ambiciosa, porque la otra parte imprescindible, la de concitar acuerdos, lo tiene acreditado.
El pleno sirvió, básicamente, para que el ciudadano que lo viera comprendiera –por si alguno aún no lo había entendido- por qué el PP lleva 20 años gobernando, y el PSOE, 20 años en la oposición.