Nos engañan los políticos de izquierdas, los de derechas, los de centro y los de los extremos. A estos ya estamos tristemente acostumbrados, y pagándolo estamos de nuestros bolsillos. Esta sociedad carece de resortes para defenderse, o ni siquiera intenta encontrarlos. Se va meciendo como las palmeras, sin terminar de doblegarse, pero insertada en un mundo en el que no desea oír palabras que la despierten de su sopor, de esa sensación de que “ojos que no ven, el músculo del corazón no siente”.
Hoy ya nos engañan hasta en el mundo del fútbol.
En Almería se ha promocionado un partido con la presencia de Cristiano, el gran jugador que ha dado en el Madrid sus mejores años de futbolista. Los más jóvenes no han hablado de otra cosa en los primeros días de agosto. Abuelos y padres que desde los cuatro puntos de nuestra provincia han llevado a hijos y nietos a ver al deseado crac mundial. La noticia de que el gran Cristiano jugaba contra el Almería llenó el campo casi hasta la bandera.
Ganó el Almería y por tres cero, goleada que no se ha visto en la temporada anterior, y como el que no se consuela es porque no quiere, el personal salió olvidando el engaño de que habían sido protagonistas. Ellos estaban en las gradas del campo esperando ver al jugador de sus sueños, aplaudir sus jugadas, y si no, por lo menos ver su presencia, vestido de corto, en el terreno de juego de su equipo y de su tierra. Cristiano no acercó a esos miles de jóvenes, algunos incluso niños, al arte que tiene con el balón en sus pies, y sus clásicos saltitos tras marcar un gol, como tampoco se vistió de corto y salió a saludar a los que allí estaban para verlo y aplaudirlo.
La culpa no es de Cristiano, es evidente que él cumple órdenes, y que si su entrenador entiende que no está para jugar, se va a quedar en las gradas, que fue lo que ocurrió para tristeza de los miles de chavales que habían acudido al campo a ver al ídolo portugués. El tema de Cristiano se quiere olvidar en el club, quedarse con el resultado, ese tres cero que dejó gran imagen de equipo. Y está bien que sea así, pero al público se le llevó al campo, llenó las gradas y la caja económica del club por la presencia de un jugador que ni siquiera se vistió de futbolista.
Como ocurre ante situaciones como esta, la culpa es del entrenador que no lo convocó, y nadie quiere oír hablar de otra historia, pero no ha dejado de ser un engaño a miles de jóvenes aficionados, jugar con el nombre de un jugador como Cristiano, para ganar dinero. Pero esto es el futbol hoy día, ya no solo engañan los políticos.
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