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El fabuloso mundo del Valle del Aceituno
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El fabuloso mundo del Valle del Aceituno

Por Rafael Leopoldo Aguilera
sábado 09 de noviembre de 2024, 19:59h

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El pasado miércoles, día 6 de noviembre, regresé al centro académico, que cuando comencé mi andadura con 13 años el Bachiller Unificado Polivalente, la segunda promoción del BUP, al el mismo le llamábamos “Instituto femenino”, pero su nombre correcto era el Instituto Nacional “Celia Viñas”, en recuerdo de la que fue su catedrática de Lengua y Literatura y escritora de reconocido prestigio, cuya entrada por la calle Javier Sanz, frente al inmueble que representaba a la organización sindical del Movimiento Nacional, subiendo por ese elevado y bello pórtico y hall de entrada con sus escaleras de mármol encumbradas de “cum laudes”, que impresionaba en los sentires adolescentes de los neófitos bachilleres.

Regresé al haber leído en el Diario de Almería una crónica del periodista Diego Martínez, quien desglosaba con exquisitez cultural, la presentación del libro escrito por el profesor y personaje emblemático e historia viva de todo el Valle del Almanzora, Cristóbal Berbel Martínez, con el título “El fabuloso mundo del Valle del Arroyo Aceituno. Viaje por un pasado fascinante”, editado de forma magistral por Arráez Editores. No puedo dejar de mencionar a los colaboradores de esta edición, los Ayuntamientos de Arboleas y Cóbdar y las entidades Cosentino, Pardo Consultores, Hotel Restaurante Azabache, Almendras Utrera, Tabacos La Torre Al-Arbulli y Catering Bonillo Esencia del Levante. Integran el corpus novelado 26 fotografías, correspondiéndose la fotografía de portada, la efectuada por Gilman de las huevas de Arboleas al margen derecho del río.

Al subir los peldaños, no sin dificultad, antes de adentrarme en el señero salón de actos de cortinajes burdeos, una imagen sagrada del Corazón de Jesús que preside la primera planta, siempre estuvo ahí y ahí permanecerá todos aquellos años que el claustro siga considerando que forma parte vertebral de la memoria de las muchas generaciones que han pasado por sus aulas, creyentes y no creyentes, pero que nos precedieron y dejaron su testimonio como alumnos, como docentes o personal de apoyo administrativo u otras labores que coadyuvan al mantenimiento de este emblemático edificio que fue Escuela de Artes y Oficios.

Irrumpir eclipsado el sol con la nocturnidad de la luna a las 19:30 horas, en ese espacio de impronta arquitectónica del historicismo neoacademicista del siglo XX en su variante monumentalista y nacionalista, lleva un valor añadido al acto literario, cuyo vetusto salón de actos abarrotado de miembros de la comunidad educativa e invitados fue una clámide de sapiencia y sabiduría de quienes integraban la mesa presidencial en el estrado, entre las vidrieras y tenues luces de bellas lámparas, el director del Instituto de Enseñanza Secundaria y compañero Antonio Carrillo Burgos, el exdirector de la UNED Trino Gómez Ruiz, el profesor Ginés Bonillo Martínez y el editor Juan Grima Cervantes, que arroparon con su presencia y don de la palabra al escritor y Catedrático de Instituto en Lengua y Literatura Cristóbal Berbel Martínez.

La obra novelada con una prosa fluida y narrativa elegante se centra en Domingo Camus, un maestro jubilado en una aldea del Valle Aceituno, que asiste desolado al infame y sangriento devenir de la Guerra Civil, mientras intenta aliviar el incierto presente anotando sus recuerdos y refugiándose en el consuelo de la memoria de un tiempo pacífico, feliz y dichoso.

Años después, el bondadoso y humilde Cristóbal Berbel accederá al misterioso cofre que custodia los legajos del maestro, y cuenta la singular biografía de un viajero del tiempo, como testimonio de autenticidad de un mundo cuyos modos de vida ya no volverán. Al mismo tiempo se irán conociendo los enigmas familiares, las tragedias, los amores y amistades con personajes que el lector tendrá que adivinar quiénes son verídicos o de ficción.

También se transita por paisajes que cobran vida a través de un espacio geofísico en el que se citan la gastronomía tradicional y las costumbres populares, la etnografía, la orografía, la historia, la literatura. Como trasfondo siempre se evoca un entorno que se impone como Naturaleza que asombra, desde la eterna admiración de los moradores del Valle, cuyas semblanzas se entrelazan con reflexiones metaliterarias.

Estando presente en acto su esposa Herminia García Llamas, creadora de poesía, la novela es autobiográfica en clave sentimental e intelectual que incluye un sentido homenaje a Barcelona, cuyo periplo vital supone una concepción poética de la vida como una revelación, fusionando acontecimientos reales con la ficción, bajo la búsqueda siempre del tiempo de la infancia, como un referente del continuo descubrimiento vital, la indagación de la propia identidad del autor.

La pretendida memoria del Valle Aceituno transformará en réplica imaginativa la realidad para convertir la nostalgia en terapia curativa, tendiendo su fabuloso mundo un puente que permite al autor establecer un diálogo con sus ancestros hasta llegar a vivir y fundirse con ellos.

Tal vez el lenguaje cervantino, cautivador apasionado en su lectura amena, que en sus 440 páginas, que en ocasiones he recurrido al diccionario, no representa la realidad pero sí condiciona y hasta determina el peso de la vida transfiriéndole otra forma de existencia en la que se confunden lo vivido y lo soñado, con el incomparable marco al fondo de trovadores, arrieros, buhoneros, obispos, almazaras, pedrizas, cortijadas, ermitas, santuarios, montes, serrijones, golliznos, y caminos por el Valle, cuando los alimentos y frutos de la tierra olían a pureza.

Finalizó con las palabras de Cristóbal Berbel, quien estuvo estudiando como alumno en nuestro Seminario Mayor San Indalecio, al decir, que contempla desde su precioso pueblo de Arboleas el paso de los días como un regalo de Dios. Y aun así, percibe el tiempo sorprendido y perplejo. A la espera impaciente de su siguiente obra literaria, que sabemos que ha comenzado a hilvanarla.