El Jefe del Estado, Felipe de Borbón, tiene ante sí una difícil decisión: ¿a quién debe proponer como candidato a presidente del Gobierno, a Alberto Núñez Feijóo (Partido Popular), o a Pedro Sánchez (PSOE)? Los resultados de las elecciones del 23 de julio de 2023 no han dejado un panorama claro, y la aritmética parlamentaria es complicada. Sin embargo, hay un factor que puede inclinar la balanza a favor de uno u otro: la actitud de los partidos independentistas, que seguramente muy a su pesar, van a acabar facilitando la decisión.
De todos los grupos parlamentarios llamados a consultas por el Jefe del Estado, solo acudirán siete, y por tanto solo éstos serán quienes le comuniquen la intención de su voto en la investidura. Se da la circunstancia de que en ese caso, Sánchez solo tiene garantizado que PSOE y Sumar le respaldarán, mientras que Feijóo cuenta con el PP, con Vox, también UPN, y aun desconociendo si Coalición Canaria se abstendrá o a quién votará, igual que el PNV, pues está claro que Felipe de Borbón no tiene que echar muchos números para saber quién tiene más apoyos. La suma de escaños de los partidos que acudirán a la cita es la siguiente:
Partido |
Escaños |
PP |
137 |
PSOE |
121 |
Vox |
33 |
Sumar |
31 |
UPN |
1 |
CC |
1 |
PNV |
5 |
Ni ERC, ni EH Bildu, ni Junts irán a la cita a decir a quién van a votar o en qué estado se encuentran las negociaciones, y el Jefe del Estado no puede entrar en elucubraciones o promesas optimistas y debe basarse solo en los datos ciertos que cada cual le exponga. La ausencia de estos grupos facilita la decisión. Es por eso que el Jefe del Estado debería proponer el martes como candidato a Feijóo, que con los datos objetivos sobre su mesa de despacho, es quien tiene más probabilidades de que salga elegido, aunque sea por la mínima.
Otra cosa es todos sabemos que serán quienes no vayan a La Zarzuela los que inclinarán la balanza a favor de Sánchez o provocarán el bloqueo, forzando nuevas elecciones, pero eso no deja ser algo a lo que el Jefe del Estado debe estar ajeno. Si todos los independentistas se personaran en la convocatoria y dijeran que están con el socialista, Felipe de Borbón tendría que echar cuentas, y proponerlo a él, pero eso no ocurrirá.
Por otro lado, es obvio que si fuésemos una república este trámite sobraba, puesto que la ciudadanía ya ha votado, se han elegido las Cortes Generales y éstas deben designar presidente del Ejecutivo. El trámite se antoja absurdo en pleno siglo XXI.