Los premios Mia sacan de la penumbra a mujeres que vienen luchando en sus disciplinas por dotar a la sociedad de una vida mejor. En medio de las premiadas de este año, las mujeres han querido la presencia de un hombre, se puede interpretar cómo sacarse una espinilla de las veces que en medio de un mundo de hombres se premiaba a una mujer para quedar bien, y la colocaban como una flor bonita entre ellos, algo que ha venido ocurriendo a lo largo de décadas y décadas, por lo que, si ahora nos toca a nosotros hacer de floreros, algo feos por cierto, como le ocurría hace unas noches a Jerónimo Parra, el actual presidente de la Cámara de Comercio de Almería, creo que el género masculino se lo ha merecido.
Lo que no nos merecemos es a una ministra, caso de la sevillana Marisú Montero, mandando la presunción de inocencia a freír espárragos, como ha manifestado tras el caso de Dani Alves. Creen ustedes, por ejemplo, que esta señora de gestos desagradables, de fácil e iracundo verbo contra todo lo que no le gusta, sectaria si no se trata de la gente de su partido, podría algún día conseguir un premio Mia. En el mismo saco podríamos introducir a la señora Belarra y a la esposa europarlamentaria del caballero de Galapagar, que han logrado, con el biempensante de Pedro Sánchez como padrino, que las leyes por ellos cumplimentadas se hayan convertido en un vertedero por donde rueda y duerme la presunción de inocencia.
No creo que le molestara a Jerónimo Parra ser por unas horas ese florero de adorno que supuso su presencia en los premios Mia, entre unas grandes mujeres que han demostrado su valía. Acostumbrarnos a que ellas pueden ser mejores en muchas ocasiones, y que aceptarlo y aplaudirlo debe ser la normalidad del futuro. Lo que no puede, no debe ocurrir, es que jueces y medios están acojonados ante unas políticas y sus leyes que solo han venido a dividirnos, a que los hombres cada día tengan más miedo a acercarse a una mujer por temor al sí es sí, y una madre a que sus hijos se puedan ver un día denunciados y juzgados por estos jueces y fiscales, a los que la política y las presiones los ha vuelto cobardes ante estas leyes.
Cuando oímos a mujeres como Marisú Montero, desbarrar como hizo hace unos días, no podemos por menos que preguntarnos ¿cómo es posible que esta mujer sea ministra de España? ¿Cómo que sea candidata y algún día pueda ser hasta presidenta de la Junta de Sevilla y sus alrededores? No sé ustedes, y lo siento por una amiga a la que quiero y que la admira, pero a mí, pánico me dan personas como ella. De Irene y Belarra lo que me preocupa es el apoyo que les da la presencia de Pedro Sánchez en el gobierno. Sin ella, nada serían.