www.noticiasdealmeria.com
El fraude eléctrico lo pagas tú
Ampliar
(Foto: DALL·E ai art)

El fraude eléctrico lo pagas tú

Por Rafael M. Martos
x
directornoticiasdealmeriacom/8/8/26
https://www.noticiasdealmeria.com
jueves 10 de abril de 2025, 06:00h

google+

Comentar

Imprimir

Enviar

Add to Flipboard Magazine. Compartir en Meneame

Escucha la noticia

Almería, conocida casi exclusivamente como "la huerta de Europa", se ha convertido en los últimos años, de forma silenciosa pero imparable, en un epicentro de otra industria mucho menos legal pero igualmente intensiva: el cultivo a gran escala de marihuana. Lo que debería ser motivo de una alarma social y una respuesta contundente por parte de todas las instancias implicadas, parece haberse normalizado hasta un punto que resulta, cuanto menos, sorprendente.

Nadie niega la existencia del problema. De hecho, esta misma semana hemos sido testigos de una macrooperación liderada por la Policía Nacional y la Guardia Civil, con la participación de Endesa, que ha movilizado a cerca de 400 agentes contra el fraude eléctrico asociado a estas plantaciones. Operaciones como esta son necesarias y bienvenidas, pero no dejan de ser la punta del iceberg y, sobre todo, parecen más reactivas que preventivas.

Porque aquí reside la gran paradoja: el cultivo intensivo de marihuana indoor es un devorador voraz de energía eléctrica. Sin un suministro constante y potente, la "industria" no funciona. Y dado que la legalidad no es precisamente la bandera de estos negocios, la forma casi universal de obtener esa energía es mediante el fraude masivo a la red eléctrica. Enganches ilegales, manipulación de contadores... un robo a gran escala que ocurre a plena luz del día, metafóricamente hablando.

Y aquí surge la pregunta que muchos ciudadanos se hacen: ¿Cómo es posible que la principal víctima de este robo continuado, la compañía eléctrica (Endesa en gran parte de la región, pero el patrón se repite), no implemente medidas de seguridad y control infinitamente más férreas para evitar esta sangría? ¿Por qué parece que su actuación decidida solo llega cuando la sobrecarga daña sus transformadores o infraestructuras, o cuando las fuerzas de seguridad tiran de la manta?

La respuesta, aunque pueda sonar cínica, es dolorosamente simple y explica la aparente pasividad preventiva: la compañía eléctrica, en última instancia, no pierde. O, al menos, no lo percibe como una pérdida directa e irrecuperable. El sistema actual, nos guste o no, está diseñado de tal manera que los costes derivados del fraude eléctrico –esa energía robada por unos pocos– no los asume la empresa como un quebranto en su cuenta de resultados. No. Ese coste se diluye, se socializa, se reparte entre la inmensa mayoría de consumidores que sí pagan religiosamente sus facturas cada mes.

En esencia, estamos ante un escenario donde una red de delincuentes nos estafa a todos los ciudadanos cumplidores, utilizando como intermediario involuntario (o quizás, resignado) a la propia compañía eléctrica. La empresa actúa, sí, colabora con la policía, denuncia las sobrecargas que ponen en riesgo su infraestructura, pero la motivación para una inversión masiva en tecnología anti-fraude a nivel capilar parece atenuada por el hecho de que el agujero económico generado por el robo se tapa con el dinero de los clientes que sí pagan. No es un engaño deliberado de la compañía, es simplemente cómo funciona la regulación del sector: las pérdidas desconocidas se incorporan a los costes operativos que, finalmente, determinan las tarifas.

Bajo esta lógica, esperar que el fraude eléctrico masivo asociado al cultivo de marihuana desaparezca por la iniciativa prioritaria de las compañías eléctricas resulta ingenuo. Mientras el coste del delito pueda ser repercutido en la factura global, la urgencia por erradicarlo de raíz se difumina. La carga principal recae en la labor policial y judicial, y en la conciencia (o falta de ella) de una sociedad que quizás no percibe que esa "luz robada" para cultivar marihuana la está pagando, euro a euro, el vecino que cumple con sus obligaciones.

La reciente macrooperación es un paso, pero la solución de fondo requiere una reflexión más amplia sobre cómo se distribuyen los costes del fraude y si el sistema actual, inadvertidamente, incentiva una cierta tolerancia calculada ante un delito que nos afecta a todos. Porque mientras la factura del robo la paguemos entre todos, la "industria" ilegal de la marihuana seguirá encontrando en la oscuridad de los enganches ilegales una luz demasiado fácil de encender.

Rafael M. Martos

Editor de Noticias de Almería

Periodista. Autor de "No les va a gustar", "Palomares en los papeles secretos EEUU", "Bandera de la infamia", "Más allá del cementerio azul", "Covid19: Diario del confinamiento" y "Por Andalucía Libre: La postverdad construida sobre la lucha por la autonomía andaluza". Y también de las novelas "Todo por la patria", "Una bala en el faro" y "El río que mueve Andorra"