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El Museo de la Semana Santa de Berja vive su primera cita
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El Museo de la Semana Santa de Berja vive su primera cita

sábado 20 de abril de 2019, 21:24h

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La religiosidad popular virgitana tiene en la Semana Santa su momento cumbre y la ciudad entera lo vive

Jueves Santo en Berja. La Iglesia de la Anunciación parece un museo, y entre los bancos de madera se mueven unos turistas –algunos con acento alemán- que se hacen fotos junto a los señoriales pasos colocados entre las columnas toscanas y en los que trabajan los hermanos cofrades. Encontramos allí también al historiador Valeriano Sánchez Ramos, en animada charla con otros virgitanos sobre el tamaño de los candelabros del féretro dorado porque –y ahí está el debate- ocultan con su voluptuosidad la impresionante figura del Cristo yacente, al tiempo que se menciona el valor artístico y económico de las distintas piezas que lo componen.

Se apura el tiempo antes de volver a casa a vestirse para la procesión, para dejar todo listo, y es el mejor momento para ver de cerca no solo las tallas policromadas, también lo es para tocar y oler. Porque quienes no sean católicos, o siéndolo no tengan una especial predilección por las tradiciones de la Semana Santa, o quienes no sean cofrades, pocas veces tienen la posibilidad de realizar una inmersión como esta, de mirar donde se meten los costaleros y ver su estructura, de sopesar los elementos que llevan los penitentes o los nazarenos, o de observar de cerca las filigranas de cada tejido.

Luego, por la noche, en la calle, entre olor a incienso y cera derretida, lucirán en rincones que los más “semanasanteros” tienen localizados, pendientes de la luz que otorga una determinada farola a la Esperanza, o de la Luna derramándose en el rostro del Nazareno; pero a estas horas del mediodía, es todo sencillez y cercanía.

Ha estrenado en estos días Berja su “Museo de la Semana Santa y la religiosidad popular” que era una promesa de su alcalde, Antonio Torres (PP), que la ve culminada justo ahora, cuando ya ha anunciado que no será candidato en las próximas elecciones municipales. Precisamente a él, y por casualidad, encontramos en el Museo, enseñándoselo a su hija, y aprovechamos para fotografiarlo junto a la réplica del sarcófago de mármol encontrado casualmente al hacer una excavación, y que a día de hoy es una de las piezas más importantes de esta instalación.

A quien pedimos que nos guíe es a José Amat, encargado de darle el que ha sido empujón definitivo a este proyecto convertido en una realidad imprescindible para comprender qué es la Semana Santa en general, y la de Berja en particular. La viviencia en primera persona le hace detallar cada anécdota de este espacio, desde las diferencias entre los dos "San Tesifones", a las reseñas de las fotos de las monjas, o del carpintero que hizo una de las puertas de la iglesia, o los hallazgos en las obras de cambio de suelo de la iglesia.

La procesión –parece adecuado calificarlo así- comienza junto al mencionado sarcófago, que resultar aportar como elemento más original, que su bajorrelieve es una representación de lo que debió ser la última semana en la vida de Jesucristo, y por tanto, lo que se conmemora en estos días. El mármol de Carrara en que está hecho, deja constancia de la entrada en Jerusalén, de las palmas, del borriquito, por lo que sin lugar a dudas es la mejor forma de iniciar el recorrido.

Más elementos únicos que pueden verse en el Museo las piezas principales del santuario a la Virgen de Gádor, una Custodia, una pequeña Virgen por la que parece que no han pasado los siglos, o una carta en la que casualmente se recoge un himno a la Madre de Dios y que resulta ser el más antiguo del que se tiene referencia.

Las paredes también acogen todos los carteles de Semana Santa que ha habido hasta el momento, reproducciones en miniatura de los diferentes pasos, vídeos de las procesiones, indumentaria de músicos, instrumentos, partituras, vestimenta sacerdotal, y también de nazarenos y penitentes. No podía faltar el taller de un imaginero, en plena tarea de creación, todo elementos originales.

En este recorrido que va más allá de la propia Semana Santa, no podía faltar la gastronomía propia de las fecha, y aunque de momento no puedan ser degustadas –lo que no estaría mal cuando se inaugure la tienda del Museo- al menos nos podemos llevar en una foto la receta de las torrijas o de los roscos fritos, por citar solo dos de la media docena de exquisiteces.

Pero si este Museo se autodenomina “de la religiosidad popular”, es porque también es colaborativo, y en dos paredes con más de un millar de fotografías, se anima a los virgitanos a aportar las suyas. Allí pueden verse las primeras reuniones para poner en marcha la Semana Santa en la localidad, las primeras procesiones con los niños pequeños disfrazados de “soldadito español”, del puestecillo de frutos secos más antiguo y que no falla cada año, y un sinfín más, porque está abierto a todos aquellos que quieran hacer llegar las suyas.

La Semana Santa de Berja, una de las principales de toda la provincia, ha logrado con este Museo añadir una vertiente didáctica para comprender este fiesta que más allá de su contenido religioso es un atractivo turístico –y por tanto económico- de primer nivel.

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