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Mafiosos haciendo un pacto, estilo de comic clasico a color
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Mafiosos haciendo un pacto, estilo de comic clasico a color (Foto: DALL·E ai art)

El pacto Koldo-Ábalos

Por Rafael M. Martos
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miércoles 18 de diciembre de 2024, 07:00h

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El “Caso Koldo” nos recuerda que la realidad a menudo supera la ficción. La reciente declaración del exministro José Luis Ábalos ante el juez en este caso ha dejado a más de uno rascándose la cabeza, preguntándose si estamos ante un pacto mafioso al más puro estilo siciliano o simplemente el subordinado siente tal idolatría por su exjefe que está dispuesto a asumir cualquier culpa.

Ábalos, ese político con más vidas que un gato, apoltronado en un escaño casi de salida del Congreso, pero dentro, ha señalado a su exhombreparatodo, Koldo García, como el chivo expiatorio de toda esta maraña de presunta corrupción. En un movimiento digno de un episodio de “Los Soprano”, parece que Koldo podría estar dispuesto a asumir la responsabilidad de actos que, según las malas lenguas, superan su capacidad de acción. La pregunta que muchos nos hacemos es: ¿Por qué lo haría? Aquí es donde entra el fascinante (y a veces demasiado conveniente) código de la mafia.

Los códigos mafiosos, esos contratos no escritos que han fascinado a generaciones de cineastas, podrían ser la clave para entender la actitud de Koldo. Sin embargo, no nos adelantemos, porque a veces las cosas son mucho más simples. Pongamos el caso de Jéssica, la entonces pareja de Ábalos. Esta mujer, con una vida de lujo en un piso de 3.000 euros al mes, presuntamente pagado por un socio de Aldama, un nombre que suena fuerte en las investigaciones de la UCO, pinta un cuadro muy revelador.

Supongamos que Ábalos, en su posición, influyera para que las empresas auspiciadas por Aldama recibieran jugosas adjudicaciones del ministerio. Aquí entramos en terrenos pantanosos de prevaricación y tráfico de influencias. Pero si Koldo fue quien gestionó este aparente chanchullo, surge un detalle importante: Koldo, como asesor, no tenía la capacidad para cometer estos delitos, pues no podía adjudicar contratos ni influir de manera decisiva. Así, la estrategia se vuelve evidente: Koldo asume la culpa pero no comete delito, Ábalos queda limpio y todos felices (menos los contribuyentes, claro, y Jessica, la pobre, que tendrá que volver a trabajar en lo de antes).

La clave del caso reside en demostrar el nexo entre Koldo y Ábalos. Si bien es cierto que Koldo no tenía poder decisivo, su posición como hombre de confianza del ministro le permitía maniobrar en las sombras. ¿Es esto suficiente para una condena? Aquí es donde los jueces deben afilar sus lápices y discernir la verdad en esta trama que parece sacada de una novela de John Grisham (me acabo de terminar la Gran Estafa, y se lo aconsejo).

Mientras la justicia decide si estamos ante un sofisticado pacto de silencio o una simple pero efectiva maniobra, lo cierto es que el "Caso Koldo" expone, una vez más, las entrañas de una política que, lamentablemente, se ha convertido en sinónimo de corrupción y desconfianza. Ya sea por códigos mafiosos o por estrategias legales, los de siempre parecen encontrar la manera de salir impunes. Y a nosotros nos queda con un agrio sabor de decepción.

Rafael M. Martos

Editor de Noticias de Almería

Periodista. Autor de "No les va a gustar", "Palomares en los papeles secretos EEUU", "Bandera de la infamia", "Más allá del cementerio azul", "Covid19: Diario del confinamiento" y la novela "Todo por la patria"