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El peligro de un jubilao
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(Foto: malasombra)

El peligro de un jubilao

Por Juan Torrijos Arribas
lunes 19 de agosto de 2024, 07:00h

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Según indican las autoridades pesqueras del país se había dado orden a la Guardia Civil de acabar con aquel barco y el pescador que en solitario estaba arrasando las pesquerías en el puerto y poniendo en peligro la subsistencia de cientos de familias que dependen de los caladeros. Desde hacía unas semanas los patrones, así como los pescaderos, estaban preocupados por la situación que estaba ocurriendo: Las sardinas y los jureles no aparecían en la redes de los barcos. Los chiringuitos de la costa temían tener que cerrar, con el de Pepe del Zapillo a la cabeza, solicitó un reunión con los armadores, estos les explicaron que tenían cita con Gallart, que ya les dirían. Si no nos decís nada en un par de días, nos vamos al despacho del gobernador civil y que se mueva.

Mantuvieron la reunión con José María Gallart, para explicarle la situación en la que se encontraban los caladeros. Habrá que hablar con Carmen Crespo, dijo este, ahora que la tenemos de jefa mandando en Europa y sus mares, que nos eche una mano con el problema, y en caso contrario que nos busque un subvención. La contestación de Carmen que le ha llegado a José María viene a decir que el problema no es de la comisión de pesca de Europa, que, si se trata de un solo barco y nacional, que acudan a las autoridades españolas.

Europa, cada vez que España tiene un problema se comporta como aquel Pilatos de la historia.

El gobernador civil recibió a armadores y propietarios de chiringuitos ante el problema surgido. –Me gustaría, dijo el hombre, que alguien me explicaran lo que está ocurriendo.

José María Gallart tomó la palabra.

–Señor Martín, desde hace unas semanas un barco viene pescando en la costa y está acabando con la pesca de la zona.

–¿Un solo barco?

–Así es. Y con un solo hombre a bordo.

–Bien, ¿y qué quieren ustedes que haga?

–Qué avise a la Guardia Civil y que saquen al barco de las aguas.

La orden llegó a la benemérita, y esta se pudo manos a las aguas. Allí estaba el barco que estaba llevando a la ruina a los armadores, y que amenazaba el día a día de los chiringuitos por la falta de sardinas, jureles y otras especies de nuestro mar.

Un jubilado de 69 años, una barquilla de tres metros y un motor de ocho caballos. Le pidieron que se identificara, no llevaba el Dni, se puede mojar, señor guardia, ¿y los papeles de la barca? no sé dónde estarán, la tengo desde hace muchos años, pesaron la pesca, nueve quilos entre besugos, boguillas, arañas y algún calamar. Le incautaron la pesca, era ilegal, un delito el cometido por este jubilao de sesenta y nueve años, le pidieron que se subiera a la lancha, y manifestó muy digno que él no abandonaba su barca. La remolcaron al puerto, llamaron al gobernador para decir que el servicio estaba cerrado.

Del pescador no se sabe nada. Ha sido fichado, como delincuente, y a la espera de juicio debe estar el hombre. La pesca se le ofreció a un centro de la tercera edad, la barca varada en el puerto anda. Los armadores sonríen, tranquilidad en los chiringuitos. Qué dura es nuestra justicia con los débiles españoles. Un jubilao de 69 años estaba llevando a la ruina al sector pesquero y había que mandarle a la G.Civil. ¡Con dos cojones!