Si hay algo que agradecerle al portavoz de Vox en la Diputación de Almería, Pedro Manuel Agüera, es su talento para convertir un pleno institucional en un episodio de reality político. El miércoles, el señor Agüera y su partido ofrecieron un espectáculo tan desconcertante que hasta los aplausos sarcásticos se quedaron cortos. Eso sí, si lo que buscaban era protagonismo por la vía del ridículo, misión cumplida.
La jornada arrancó con Agüera indignado porque, atención al drama, la Diputación exige informes y trámites para gastar 20 euros del erario público. Imagínense: ¡20 euros! Casi el PIB de Mónaco. Desde el equipo de gobierno le recordaron, con la paciencia de quien explica la suma 2+2 a un alumno rebelde, que el dinero público —incluso el que parece una propina— requiere transparencia. Pero no, para Vox, seguir la ley es una exageración cuando la cifra no tiene suficientes ceros. ¡Para qué tanta transparencia!
Luego llegó el momento cumbre: el debate sobre el manifiesto del 8M. En un alarde de preparación, el diputado Edmundo Goncer, confundió el Día Internacional de la Mujer con el Día Contra la Violencia de Género (25 de noviembre). Vamos, como confundir Navidad con la Feria de Abril. El portavoz de Vox, en su afán por oponerse a todo lo que huela a igualdad, se lanzó a hablar de la ley de violencia de género… en un texto que no iba de eso... iba sencillamente de que se legisle en todos los ámbitos para que la igualdad entre mujeres y hombres sea efectiva, y no solo parte del texto constitucional. La respuesta en esta ocasión llegó desde el PSOE, que le detalló que el 8M es una conmemoración sobre derechos, no sobre violencia machista. Pero ¿para qué leer el documento si puedes improvisar un discurso basado en prejuicios?
Cuando se habló de planes provinciales y subvenciones, Agüera decidió que el problema real de Almería no son las carreteras, el empleo o los servicios, sino que los municipios “se despueblan de autóctonos”. Ahí es nada. ¡Autóctonos! ¿Como si fueran una especie en peligro de extinción? Fernando Giménez, portavoz del gobierno, le espetó con lógica aplastante: “Si quiere una asociación de natalidad, créela usted, que yo me apunto” y también le detalló otra obviedad, y es que no se puede obligar a las familias a tener hijos. Pero claro, para Vox, lo importante no es que haya más niños, sino que sean de "pura raza española", aunque no está muy claro qué es eso... ¿son autóctonos quienes han nacido aquí de padres extranjeros? ¿lo son cuando son nietos? ¿a qué generación hay que remontarse para ser autóctonos? ¿Son autóctonos los De Meer, los Smith, los Tertsch..? ¿Saben en Vox que los conquistadores castellanos llamaban a los andalusíes los "naturales", es decir, los "autóctonos"?
El colmo fue su oposición al decreto (no, señor Agüera, no era un convenio) para aplicar la Ley de Memoria Democrática. Resulta que el portavoz de Vox también le parece mal que se cumpla ley, porque mientras están vigentes, las leyes han de cumplirse, y no es "gente de orden" presentar una moción encaminada a incumplir la legislación. El PSOE defendió la Ley, mientras que el PP -que apoyó su aprobación en la Junta de Andalucía y en el Congreso de los DIputados- se limitó a dejar en evidencia que en Vox no se habían leído aquello contra lo que presentaban la moción.
En resumen, Vox logró en un solo día: cuestionar la gestión de 20 euros, liarse con las efemérides feministas, convertir un debate sobre infraestructuras en un sermón natalista y confundir un decreto con un convenio. Todo ello, sin soltar el guión del victimismo ultraderechista. Si el objetivo era demostrar su incompetencia lo lograron.
Por lo demás, la ciudadanía de Almería puede estar tranquila: sus 20 euros están a salvo… de la improvisación.