Si algo ha quedado claro el 8 de Marzo es que el PSOE y Yolanda Díaz han perdido la calle, y eso, a pocos meses de unas elecciones municipales y próximos también a unas generales, debía llevarles a una reflexión si no quieren acabar estrellándose, aunque eso a Pedro Sánchez le importe bastante menos que a su vicepresidenta.
Lo de Madrid no fue la excepción sino la norma. Al igual que en Almería, la manifestación feminista del entorno socialista registró hasta un tercio menos de afluencia que la liderada por el entorno de Unidas Podemos.
A nadie se le escapa que, además del debate ideológico en el que anda metido el feminismo -que es muy importante y trasciende lo político para adentrarse en lo filosófico y lo científico-, con la reforma de la Ley del "Sólo Sí Es Sí", la Ley Trans y hasta el mismo concepto del aborto -es diferente establecerlo como un derecho a únicamente despenalizarlo en ciertos supuestos o plazos, por ejemplo-, la manifestación también fue un pulso, y lo ganó Unidas Podemos.
Sánchez ha venido demostrando una cobardía inaudita para un presidente de Gobierno, y si en el caso de Marruecos ya sabemos la razón, se antoja más curioso el comportamiento en relación a sus socios de coalición y de investidura. Sánchez traga absolutamente con todo, y cuando Pablo Iglesias le amenaza desde las ondas, sonríe, parlotea, y desaparece. Así lo hizo absteniéndose en la reforma de la Ley que ha beneficiado a cerca de 800 delincuentes sexuales, y con el resto de leyes mencionadas, pero también con la manifestación del 8M, sobre la que le advirtió que podía volverse en su contra.
De este modo, Sánchez montó otra mesa camilla con emprendedoras subvencionadas, y eso después de que, como hemos señalado, no votara en la reforma de la Ley.
Mientras tanto, a Yolanda Díaz se le está pasando el tiempo en la política, ya que a estas alturas resta más que suma. También prefirió quedarse al margen del 8M, protagonizado por sus supuestas compañeras electorales. Pero es que también optó por dejarlas solas triste ver solo a Irene Montero y a Ione Belarra en el banco azul mientras pagamos el gobierno más caro y extenso de la historia. Todo esto en el debate de la reforma legislativa, era para no contaminarse con el asunto, como está haciendo con todas las leyes polémicas.
Díaz fue incapaz de sumarse al 8M de Unidas Podemos, pero tampoco al del PSOE, cuando hay coyunturas en las que solo se puede aspirar a ser líder tomando partido. Se puede tomar el partido que conduce al desastre, pero hay que demostrar ante la ciudadanía a la que se quiere gobernar que se tiene criterio propio.
Las municipales no son las de Sumar, vale, pero las autonómicas que se celebran el mismo día parecen que tampoco lo serán... y si mantiene esta ambigüedad calculada, seguramente tampoco lo serán las generales, ya sea para bien o para mal de Unidas Podemos y de la propia Yolanda Díaz.
Cuando los miembros del Gobierno descalifican a otros miembros del mismo, cuando los miembros de un partido gubernamental descalifican a los del otro partido gubernamental, una parte del Gobierno necesita el apoyo de la oposición para aprobar un proyecto con el voto en contra de la otra parte del Gobierno, es evidente que no hay liderazgo. Cuando un Gobierno carece de líder y cuando tiene un presidente incapaz de liderar, la gente lo percibe.
Y eso es lo que pasó el 8M.