La estrategia política del Partido Popular sigue siendo la de pretender derrocar al Gobierno y meter el dedo en el ojo a Pedro Sánchez y eso lo llevan hasta el último extremo, incluso a costa de hacer política en contra de la ciudadanía y de todo lo que nos ha permitido avanzar en este país. Desde luego que son un circo. Horas después de votar en el Congreso de los Diputados en contra del decreto ónmibus de medidas sociales impulsado por el Gobierno de España, en un nuevo giro en el guion plantean esas mismas medidas en el Senado. Las mismas a las que, en el episodio anterior, dijeron ‘no’. Este show sin precedentes promovido por Feijóo es lamentable y de una bajeza política deleznable.
Los pensionistas y las pensionistas, las personas vulnerables y el resto de beneficiarios del decreto rechazado por la derecha y la ultraderecha no se merecen un espectáculo como el ofrecido por el PP, que ha llevado su delirio y su mala conciencia hasta el pleno de la Cámara Alta.
La estrategia que ha utilizado el PP con el decreto ómnibus no les va a salir gratis, porque la mayoría social de nuestro país ya ha tomado nota de hasta dónde son capaces de llegar. El sufrimiento y el daño que han ocasionado a todas las personas beneficiarias de algunas de las medidas del decreto –que ya está publicado en el BOE sin su apoyo- deben llevar a los de Feijóo a pedir perdón a todos los rincones de este país. Podrían comenzar con la ‘A’ de Almería y por los 117.000 pensionistas que habrían visto congelada su pensión en 2025 de no ser por la decidida apuesta de Pedro Sánchez de subirlas utilizando todos los medios de los que dispone.
Y, como viene siendo ya marca de la casa, el discurso que emplean los dirigentes provinciales y nacionales del PP es el de la mentira. Con esa frialdad que les caracteriza, trataron de hacer creer a la población que el decreto contenía medidas que harían subir el precio de la luz, algo que, tal y como se ha demostrado, es rotundamente falso, como lo es también lo del regalo del palacete al PNV. Lo que se ha hecho es devolvérselo a sus legítimos dueños, al igual que ha ocurrido con otros inmuebles incautados por la dictadura franquista.
No les vendría nada mal tomarse unos días de reflexión después del bochornoso ridículo que han protagonizado y dejar de hacernos perder el tiempo a quienes estamos trabajando por y para la gente de este país. Sin distinción.
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