Cuando se tienen veinte años, te crees guapo y el amo del mundo. Cuando sientes que el universo está bajo tus pies, que todo lo que se mueve puede ser tuyo y que los ojos que te miran quieren que seas el mejor de todos, aparece la adrenalina que nos empujaba, hoy a los más jóvenes, a hacer de tu vida un reto constante. Nos lanzábamos en patinetes sin frenos por rampas que no sabías cómo coño iban a acabar. Te llevaban a casa con un corte en la frente, un brazo escayolado con el presumías horas después y donde ibas recogiendo las firmas de las amigas. Menudo subidón. Habías sido un valiente, la apuesta estaba lograda. Y mientras bajabas la cuesta sin manos y a loco, la adrenalina aumentaba en tu cuerpo y te creías el rey del mambo. Eran cosas de la juventud decían entonces, siguen siendo esas cosas que les gusta hacer a los jóvenes de hoy.
A veces no parece que algún día fuimos jóvenes, tanto o más como los de ahora, y que no había nada bajo las estrellas que no pudiéramos alcanzar. Hoy cualquier burrada que hagan nuestros hijos o nietos hay que prohibirla, o en este caso multarla con tres mil euros. Esa multa no la reciben los políticos por hundir un país, hacer leyes que dejan en la calle a los violadores, o irse de putas con el dinero de los contribuyentes. A ellos no, pero unos chavales de veinte años, que lo único que querían era demostrar los cojones que tienen, y hacerlo ante los ojos de las amigas del barrio o del colegio, la autoridad portuaria, doña Rosario Soto, la persona o administración que corresponda, va y les impone una multa de tres mil euros.
Doña Rosario debió llegar a la vida de adulta, una pena. Se perdió esos años en los que juegas y pones en riesgo, por mor de una mirada, tu propia seguridad. Ahora se dedica a cuidar de nuestros hijos y nietos. ¡Bien! Y si se atreven a la valentía de lanzarse desde el Cable Inglés a las aguas del Mediterráneo que lo bañan, tres mil euros de multa. Quinientas mil de las viejas pesetas de nuestra juventud. ¡Mira qué son … estos políticos!
A uno le gustaría saber qué delito cometen los chavales si se tiran desde el Cable al mar, pero seguro que hay alguna ordenanza de por medio que los controle. Son miles de políticos gestando leyes, y venga leyes, controles, y vengan controles. Tienen que ganarse un sueldo a costa de nuestras libertades. Y si no se inventarán el que saltar desde un elemento considerado bien de interés natural es un delito porque a ellos les da la gana. Que se pueden hacer daño, claro, y también cuando hacen botellón, suben a la sierra, escalan montañas, hacen parapente, fuman o toman alcohol. El riesgo está siempre presente en diario del vivir de cada persona, y más cuando se tienen veinte años. Y no por eso les vamos multando con tres mil euros.