El terror del populismo judicial
Por
Jose Fernández
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miércoles 30 de septiembre de 2020, 11:54h
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La reciente resolución de la Audiencia Nacional absolviendo a todos los acusados en el juicio por la salida a Bolsa de Bankia, debería llevarnos a todos a hacer una reflexión sosegada sobre el error que ha supuesto dar alas y crédito al populismo judicial, que ha supuesto -además del descrédito de la Justicia- la supresión de un pilar del Estado de Derecho como la presunción de inocencia y la inclusión en el Código Penal de la condena al telediario infamante, la tertulia desplumadora, la persecución familiar y la destrucción preventiva de la reputación. Recordemos que entre los absueltos están el expresidente de la entidad financiera y del FMI, Rodrigo Rato, cuya detención fue prácticamente retransmitida en directo por TVE, con aquel inolvidable empujón en la calva para que se metiera en el coche policial, o el ex ministro del PP Angel Acebes, que se ha pasado nueve años diciendo que él no tenía nada que ver en el tema, como ahora ha probado la resolución. Es decir, que a pesar de lo que hemos venido leyendo y escuchando durante casi una década, en la salida a Bolsa de esta famosa entidad bancaria no hubo delitos de estafa a los inversores, ni tampoco de falsedad contable, puesto que la operación contó con el control, permiso y autorización de todos los medios financieros competentes.
No soy jurista y, naturalmente, mi criterio está sujeto al error de apreciación personal, pero insisto en que esta resolución debería motivar una pausa en la zapatiesta político-mediática-judicial que nos sobrevuela, y aprovechar para pensar en las cosas que no estamos haciendo bien. Les propongo que para ello me acompañen en un sencillo ejercicio de algo parecido a lo que los profesores de literatura llamaban (no sé si ahora se siguen enseñando todas estas cosas) una “roman à clef”, o novela en clave, en donde no es necesario nombrar a algunos protagonistas o lugares porque todo el mundo los conoce, aún sin mencionarlos.
En Almería asistimos estos días a la presentación “con honores de estreno”, como se escribía a tiza en las pizarras de las terrazas de verano de nuestra infancia, de un viejo asunto judicial que presuntamente tiznaría al máximo dirigente de un partido muy popular que además es un reconocido y veterano alcalde de una importantísima localidad. El asunto en cuestión está más que periclitado y estudiado por los jueces, que deben estar ya hasta el gorro de estudiar y fallar asuntos relativos a esta persona, que ya ha visto cómo hasta en 24 ocasiones los jueces han acabado dándole la razón a él y quitándosela a los que, una y otra vez, y con un empeño tan disciplinado como rítmico, insisten en denunciar presuntas irregularidades. Conviene señalar que los promotores de estas denuncias son, siempre y en todos los casos, personas que en otros tiempos tuvieron tratos, convenios y acuerdos beneficiosos y satisfactorios con el partido o las instituciones gobernadas por nuestro protagonista y que todas las acusaciones y demandas fueron presentadas una vez cesada, por diferentes razones, esa ventajosa relación comercial o empresarial. Que vieron la luz después de dejar de ver la pasta, vamos. Lo digo porque es justo señalar de dónde vienen las cosas y el origen de las repentinas ansias de limpieza y transparencia. ¿Quiere decir esto que las personas, por ser quienes sean, o por tener los cargos que tengan, están exentas del cumplimiento de la ley? En modo alguno. Si una sentencia prueba que alguien ha cometido un delito, debe apechugar con las consecuencias, se llame como se llame o sea quien sea.
Ahora bien, aquí entramos en lo que decía antes del populismo judicial, que ha encontrado en el altavoz político y sus conexiones mediáticas un campo fértil y bien abonado, entendiendo esta última circunstancia en su sentido más orgánico. Hay casos y personas que ya están fallados y condenados en la prensa antes de que el juez abra el sumario. ¿Es justo que alguien deba arrastrar durante largos años el peso de la duda sobre su reputación? ¿Quién restituye al exonerado de todos esos meses de portadas, aperturas y horas de radio y televisión? ¿Quién devuelve la normalidad y la calma a su familia?
Naturalmente, no ha hecho falta que ponga nombres y apellidos. Ustedes saben perfectamente de quién hablo. Otro efecto directo de la mala digestión del guiso jurídico, mediático y político que nos están sirviendo como plato único en casa de la Justicia española.
Periodista.Asesor de Prensa en el Ayuntamiento de Almería.
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