¿Se preguntarán que tiene que ver la altura de unos peldaños en el Zapillo con la amistad? Nada, es cierto. Pero viene a cuento de una vieja historia recordada.
Leí la noticia hace algún tiempo sobre la altura de unos escalones en el Zapillo, y me vino a la memoria un tiempo pasado, no olvidado, y que llenó años de amistad y afecto. Éramos tres, como las hijas de Elena, pero en este caso ninguno era bueno. Un político (los hay buenos, este…), un funcionario (los hay que trabajan, este…), y el que firma estas letras (que nada tiene de bueno).
El Político se llama, aún vive y sigo teniendo su amistad: Antonio Torres Tripiana. Se le conocía como Tt. El funcionario, amante de los caballos y gran artista del grabado y de la pintura, se llama Juan y de apellido Morante. Y el menda.
Éramos un trio de copas, de buen humor y amistad. ¿Por qué me acuerdo de ellos hoy? Por lo de las procesiones del Zapillo y por los escalones. ¿Y que tiene que ver el Zapillo, las procesiones, los vecinos, la altura de los peldaños con aquella amistad creada hace años y que se mantiene, aunque hay que decir que hoy día en la distancia? Los vecinos del Zapillo se quejaron de las procesiones y se preguntaban hace unos meses por la altura de los peldaños que tiene la plaza donde viven.
Es evidente que, para ciertas edades, los tres andamos metidos en ellas, la altura tiene su importancia. Las rodillas ya no tienen la fuerza de aquellos años, las piernas no son lo que eran, y la altura tiene su importancia a la hora de subirlos, y si cabe más al bajarlos. Un recalcón y te “jodes” (ponga fastidias, suena mejor), el menisco. Con las procesiones viene a ocurrir algo parecido, las largas y fatigosas estancias de pie esperando que pase un santo, por muy santo y sagrado que este sea, se nos hace plomo en las piernas a según qué años.
¿Cuál es la altura ideal de un escalón, un peldaño, un bordillo? ¿Y el tiempo de esperar de pie a que pase una procesión? La solución a la altura la tenía aquel trio de amigos en cuestión. “La patilla de un concejal”. ¿Y qué medida es esa? La patilla de un concejal, decíamos con sorna. Levante la patilla concejal. Tt, ¿era la derecha o la izquierda? Supongo que era la izquierda. Busque con la patilla alzada la altura que crea más oportuna, y diga la palabra mágica. ¡A esta!
Y ya tiene el técnico de obras, Juan Morante en aquel caso, la altura ideal o idónea para el escalón a levantar o el bordillo a construir. Se pueden imaginar lo que a partir de aquel momento tuvo que aguantar el bueno de Antonio de aquellos dos que se decían amigos. ¡Si, si, amigos! Y lo éramos, que conste, y si le preguntan a él les confirmará la amistad de entonces y que, aún hoy día, sigue existiendo entre nosotros. Pero éramos unos amigos algo puñeteros los dos Juanes, y había que tomarle el pelo al bueno del concejal.
Si los vecinos del Zapillo ya tienen los escalones a la altura perfecta, ante algún problema les recomiendo que busquen a Antonio Torres Tripiana, concejal de obras públicas en su día, y a Juan Morante, técnico en la concejalía hace años. Los dos están jubilados, pero seguro que son los mejores para dar la altura perfecta al peldaño. Si lo hacen, escribiré la crónica, si a ustedes les parece bien. Del segundo de los problemas, no tengo ni idea, lo consultaré don el doctor Marín.
Pd. Dedicado a dos grandes personas con los que compartí horas de buen compañerismo en aquellos años cuando ser del Psoe o del Pp no llevaba aparejado sectarismo alguno, cuando la amistad estaba por encima de las banderas y banderías que hoy quieren imponer los partidos políticos, cuando aún no había llegado Zapatero a mandar en el Psoe, cuando se sentaban a comer en los Cármenes de todas las cuadras, incluso la de la prensa, sin intención de ganar la carrera, cuando aún un presidente de gobierno no se recluía durante cinco días a reflexionar si dejaba el cargo o se quedaba, por amor a su mujer, a la que dice están atacando desde la extrema derecha. Eran otros tiempos. ¿En qué hemos avanzado?