Parece que una nueva y emocionante tradición se está consolidando en nuestra ciudad. Olvídense de esperar la Feria solo por los cacharricos, la Semana Santa por las procesiones, el verano por la playa o la Navidad por los polvorones. No, ahora tenemos un aliciente añadido, un suspense que nos mantiene en vilo: ¿qué nueva tasa o impuesto nos regalará nuestro Ayuntamiento aprovechando el jolgorio general?
El patrón parece claro. Ya ocurrió en la pasada Feria, cuando entre rebujitos y sevillanas, ¡zas!, pleno extraordinario para ajustar las cuentas (las nuestras, claro). Y como las buenas costumbres no deben perderse, esta Semana Santa hemos tenido una repetición de la jugada, con precisión de relojero suizo: Martes Santo, 8:30 de la mañana. Una hora perfecta, sin duda, para que la ciudadanía, aún con la legaña puesta o pensando en el capirote, asimilara con alegría la nueva subida.
El debate, como siempre, aderezado con esa pizca de sal política tan nuestra. El Partido Popular local lo llama, con gesto grave, el "tasazo de Sánchez". La oposición, devolviendo la pelota con gracia, lo denomina el "tasazo de Vázquez", en honor a nuestra alcaldesa.
Más allá de este fascinante duelo de etiquetas, lo verdaderamente revelador es la escenografía del anuncio. Si el equipo de gobierno del PP estuviera absolutamente convencido, hasta el tuétano, de que el único culpable de este nuevo sablazo es el presidente Pedro Sánchez, ¿no habría montado un espectáculo digno de Broadway? Pleno convocado a mediodía, con focos, cámaras, tal vez incluso una pantalla gigante en la Plaza Vieja mostrando el rostro adusto del culpable. ¡Que toda Almería viera quién nos hace pasar por caja! Pero no. Eligieron el sigilo del Martes Santo mañanero. Una estrategia que grita: "Sabemos que esto no va a gustar, y aunque señalemos a Madrid, intuimos que el respetable nos mirará a nosotros".
Curiosamente, la jugada podría tener un efecto boomerang. En Semana Santa, con la actualidad informativa bajo mínimos, una noticia como esta resalta como un farolillo en noche cerrada. Quizás buscaban discreción y consiguieron un altavoz inesperado. ¡Ironías del destino (y de la comunicación política)!
Ahora, vayamos al meollo: ¿quién es el verdadero padre de la criatura fiscal? Pues, como bien ha señalado la oposición (y nadie ha desmentido con vehemencia), esto viene de lejos. Nace de una directiva europea, ¡oh, sorpresa!, aprobada con los parabienes de populares y socialistas en Bruselas. Luego se traslada a la ley española (donde el PP tampoco montó barricadas insalvables) y, finalmente, los ayuntamientos deben aplicarla dentro de unos márgenes. ¿Tan difícil es asumir las propias decisiones? ¿Tan escaso es el convencimiento de lo que se defiende?
La justificación oficial es loable: se trata de pagar por el reciclaje. Queremos una Almería más verde, más limpia, más europea. La pregunta, sin embargo, flota en el aire con la densidad del humo de un puesto de churros de feria... o de un incensario ante un paso: ¿Estamos reciclando realmente a un nivel que justifique esto? Y, sobre todo, ¿este nuevo caudal de euros irá directamente a mejorar contenedores, plantas y procesos, o se diluirá en la vasta y a menudo inescrutable contabilidad de las distintas administraciones?
Algunos, con memoria, aún recordamos aquel famoso "canon del agua" de la Junta socialista: pagábamos, pero el destino final del dinero quedaba en una nebulosa indescifrable.
Mientras seguimos debatiendo si la culpa es de Sánchez, de Vázquez, o del espíritu santo (nunca mejor dicho, por las fechas), nuestros bolsillos se preparan para un nuevo "ajuste". Estaremos atentos, porque el verano está a la vuelta de la esquina, luego la Feria otra vez, y sin darnos cuenta, la Navidad. Cualquier momento festivo es bueno para celebrar... una nueva alegría fiscal. ¡Feliz Semana Santa y prósperas tasas nuevas!