En auxilio del ganador

Las lealtades son tan efímeras como un suspiro, duran lo mismo que los cambios de chaqueta, y ahora nos encontramos ante un nuevo episodio, como siempre que hay primarias en el PSOE, o desde la cúpula de un partido se ordenan cambios en ámbitos inferiores.

La historia de María Jesús Montero nos recuerda a Manuel Cháves, que fue enviado a Andalucía en tiempos en que el PSOE estaba en su apogeo, y entonces se le llamó "candidato a palos". Chaves, que era ministro de Trabajo con Felipe González, no tenía la menor gana de liderar el PSOE en Andalucía, pero al fin y al cabo, entonces, aquello solo era un movimiento estratégico que buscaba mantener el control en un territorio que ya era feudo socialista, pero en el que Rafael Escuredo primero, y José Rodríguez de la Borbolla después, se creyeron no solo la autonomía de Andalucía, sino su propia autonomia dentro del partido federal. Pero la victoria estaba asegurada, incluso viniendo "a palos"... tanto que a Chaves solo lo arrancó del escaño la corrupción... y aun así le sustituyó un consejero, y luego, una consejera.

Sin embargo, hoy la situación es radicalmente diferente. La sombra de Juan Manuel Moreno Bonilla, presidente del PP andaluz, se cierne sobre cualquier aspirante socialista como una nube oscura. Montero puede tener buenas intenciones, pero enfrentarse al líder popular no es precisamente como jugar a las canicas en el patio del colegio.

Lo curioso de este juego político es cómo todos parecen acudir raudos y veloces en auxilio del ganador. Recientemente, cuando Juan Espadas se erguía como candidato a la reelección y muchos se alineaban detrás de él—incluido el secretario general del PSOE de Almería, Juan Antonio Lorenzo—la narrativa era clara: Espadas tenía el apoyo necesario para seguir adelante. Pero ahora que ha "decidido" dar un paso al lado y dejar espacio a Montero, esos mismos personajes han cambiado de bando como quien cambia de camisa.

Quienes defendían el proyecto ganador y de unidad de Espadas, ahora defienden el proyecto ganador y de unidad de Montero.

Este fenómeno no es exclusivo del PSOE; es casi un deporte nacional entre los políticos españoles. Recordemos cómo muchos apoyaron a Alberto Núñez Feijóo cuando fue derrocado por Pablo Casado y como antes hicieron fila para respaldar al mismo Casado cuando logró hacerse con las riendas del PP en aquel experimento de primarias. La política parece ser un eterno juego de tronos donde solo los ganadores tienen amigos y los perdedores quedan relegados al olvido.

Es evidente que esta cultura de oportunismo tiene sus raíces en una falta de principios sólidos. Las victorias generan entusiasmo y camaradería; las derrotas dejan a sus protagonistas huérfanos y solitarios. Así funciona la dinámica política: hoy estás en la cima, mañana eres "un paso al lado".

Lo único seguro es que todos estos movimientos son parte de un juego mayor donde el proyecto parece haber quedado relegada a un segundo plano, porque lo que importa es el efectismo. El verdadero arte aquí radica en saber quién está dispuesto a cambiarse de camiseta según convenga y quién tiene la habilidad para sobrevivir en este ecosistema voraz.

Así que sí, estamos ante otra temporada más en esta serie dramática llamada política andaluza, en la que María Jesús Montero se prepara para entrar en escena como la nueva protagonista.