Una parte del partido popular, con la presencia de Matilde Díaz, han estado en el pueblo de Ohanes, para poner en valor la política que este partido está llevando a cabo en las zonas rurales. ¿De verdad, Matilde? Un bar, o una tienda, un cajero, parece ser todo lo que puede hacer la Diputación por esos pueblos pequeños del interior que no pueden hacer frente al éxodo de sus vecinos, empezando por los propios alcaldes y concejales, hoy viviendo en la capital o en pueblos de su alrededor. Es cierto que de cara a las fiestas la diputación apoya a los pueblos con música, cine, teatro. Y lo agradecen los vecinos, no crean, pero los artistas se van un par de horas después, y el pueblo se queda a la espera de unas próximas.
Según Matilde, a la que no tengo el gusto de conocer políticamente, habrá que estar un poco más pendiente de ella y de su trabajo, la Junta de Moreno está haciendo un gran trabajo por estos municipios. No digo que no lo haga, pero notarse, lo que se dice notarse, no se nota en exceso. Algunos pueblos están pidiendo que se revisen sus términos municipales, que se levanten leyes que los están asfixiando, y en estos aportados, la Diputación nada puede hacer, no podemos echarla la culpa a Javier Aureliano, pero la junta de Moreno Bonilla se tendría que poner manos a la obra. ¿Lo hará?
No se le espera. ¿Derogó, retocó, cambió Rajoy las leyes del Psoe de Zapatero? Pues ese es el camino que lleva Moreno Bonilla. No va a cambiar ninguna de las que pusieron Chaves, Griñán o la Sultana Diaz y que están logrando que se abandonen los campos y que la poca agricultura que va quedando no tenga brazos que la trabajen. El dar una subvención, arreglar una carretera, un camino, una calle poco o nada afecta en el desarrollo demográfico de esos pueblos. Vienen bien esas obras, y son necesarias, y se agradecen, pero no solucionan el problema que tienen estos municipios a la hora de luchar contra el éxodo de sus vecinos, especialmente los más jóvenes. Qué diferencia los sábados, cuando vuelven por unas horas a la casa de sus padres, parece que el pueblo sonríe, pero es solo la ilusión de unas horas, el domingo se los volverá a llevar. En el pueblo no tienen futuro.
En la última burbuja inmobiliaria sufrida en el país, muchos de estos pueblos del interior vivieron unos meses de futuro, de viviendas construidas, de cantos de cisne, pero ahí las tienen ahora, vacías, acabadas o medio acabar, arruinando paisajes, siendo la demostración palpable de unas políticas y de unos políticos que parecían hacerlo fuera del tiesto.