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Engañar al lucero del alba
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(Foto: DALL·E ai art)

Engañar al lucero del alba

Por Antonio Felipe Rubio
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afelipeafelipecom/7/7/15
miércoles 12 de marzo de 2025, 08:15h

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Comenzaron con las bondades de la nueva izquierda. Esa que iba a conquistar -al asalto- el cielo. Esa extrema izquierda de podemitas que, una vez llegados al poder por las necesidades imperiosas del presidente felón, pudimos ver la esencia de esta fauna política que se reveló como paletos nuevos ricos. Y no olvidemos a esos zangolotinos y poco agraciados escuincles que se sirvieron de su preeminencia en el partido para intentar comerse una rosca. Y ahí los tenemos, descubiertos y acusados de golfos, babosos, sobadores y acosadores. Pero no llegan a ser tan repugnantes como las víctimas que callaron y les protegieron mientras todos, todas y todes supeditaron los beneficios del poder y el nuevo estatus social a sus propias miserias que, ante el público, escondían y tornaban en proclamas y arengas contra el machismo, el racismo, la xenofobia, la homofobia… y toda la retahíla de gratuitos calificativos proferidos por esta escoria política, su basura ideológica y el daño infligido especialmente a las víctimas de violaciones y pederastia con las leyes del Sí es Sí y otras nocivas ocurrencias.

El siguiente paso es la Agenda 2030. Una extraordinaria oportunidad para hacerse rico en cuestión de minutos con una serie de estupideces que, aunque nos fastidian la vida, suponen un aluvión de oportunidades para el engañoso karma del inseparable tapón de plástico, las pajitas de papel cancerígeno, energías alternativas carísimas y una absurda batalla por la descarbonización.

Pedro Sánchez y la extrema izquierda estaban entusiasmados con la Agenda 2030. Era una extraordinaria oportunidad para sumir a la población en el engaño y la manipulación, mientras se hacían de oro las empresas amigas llamadas a los designios del nuevo orden mundial y billones de dólares de beneficio. Ahora, el escenario mundial ha cambiado con Trump y sus inquietantes acciones que, aunque parezcan las de un majara, aplica tácticas aparentemente erráticas y confusas, pero conducentes hacia una estrategia bien definida que desquicia a los pardillos que están cayendo en su tela de araña.

Ochocientos mil millones de euros es el precio del presunto rearme de Europa para salir del abrigo del gendarme de Occidente. Jamás hubo una cifra tan abultada que naciese de la necesidad de la acción conjunta y mancomunada de países europeos. Nunca urgió tal necesidad, siquiera para paliar los efectos de una pandemia o para evitar las muertes por el hambre, la enfermedad o la exclusión social. El negocio de la guerra ha llamado a las puertas de Europa. Jamás hubo una llamada que obtuviese una respuesta tan rápida como la del negocio de la guerra.

Ahora es el momento de ver el lamentable espectáculo del Gobierno de España ante esta contingencia. Es cierto que Putin puede no detenerse en Ucrania y, como ya hizo su compadre Adolfo Hitler, proseguir invadiendo Polonia o las naciones bálticas. Así, ante una amenaza que se ha patentizado en una invasión al más puro estilo fascista, es preciso activar una política de defensa y disuasión que frene estas pretensiones expansionistas.

En España tenemos un panorama muy complejo. El gobierno bicéfalo, y no por ello dotado de doble inteligencia, quiere una cosa, la otra, ninguna y ambas a la vez. Es de locos. Pedro Sánchez se reúne con su vicepresidente segunda para decirle que lo que se va a acordar en el Consejo de ministros -donde ella misma está- no tendrá efecto en la realidad. Y Sánchez dirá:

-Mira, Yoli, que por cierto estás más guapa cada día: aprobamos este decreto y luego todos nos hacemos los locos, y ya verás como Feijóo nos apoya sin condiciones y ya tendremos otra vez el argumento para que sea el PP el protagonista. ¿no te acuerdas de lo que ocurrió con las pensiones? Pues eso.

Tenemos un gobierno que no se pone de acuerdo consigo mismo, y vamos a dar lecciones a Europa de estrategia, unidad, sincronismo y sensatez.

Sánchez le dirá a Yolanda que se va a aprobar un presupuesto belicista, pero que no irá en detrimento del gasto social. Le dirá que la Agenda 2030 es irrenunciable porque, ya se sabe, “el machismo y el cambio climático mata”. Así, con este lamentable espectáculo, vamos a presentar nuestra propuesta a Europa y a plantar cara a Putin, y a Trump, y al islamismo radical… y al lucero del alba, que en estos tiempos ya no es ni del alba, es vespertino.

Antonio Felipe Rubio

Periodista
Dirige La Tertulia en Interalmería TV