En los últimos tiempos, se ha puesto de moda entre algunos sectores del socialismo español arremeter contra otros socialistas que han marcado la historia de este país llamado España, como Felipe González o Alfonso Guerra (y otros en ejercicio activo), por ser críticos con las cesiones que Pedro Sánchez ha hecho y está dispuesto a hacer a los independentistas con tal de ser investido presidente del Gobierno. Estos sectores les acusan de ser unos “jarrones chinos” que estorban, de no entender la realidad actual, de ser unos “fachas” disfrazados o de tener intereses ocultos.
Tengo que decir que nunca me gustaron ninguno de los dos. No me gustó su cambio de chaqueta con respecto a la OTAN (de entrada no, pero luego sí y además a dirigirla), o que apadrinaran el terrorismo de Estado (el Señor X estaba en público contra la tortura y la pena de muerte, y en privado ordenaba ejecuciones y torturas), o que acumularan unos niveles de corrupción hoy todavía no superados (si hacemos la lista no acabamos), y por supuesto, no me ha gustado nunca su desprecio constante a Andalucía, mi tierra (el cómo pasaron de estar contra nuestra autonomía a ponerse al frente es digno de estudio). Pero hay un hecho indiscutible, estas viejas glorias, como despectivamente les llaman, ganaban elecciones.
Sí, ganaban elecciones. Y no solo una vez, sino varias. Felipe González fue presidente del Gobierno durante 14 años consecutivos, desde 1982 hasta 1996, y Alfonso Guerra fue su vicepresidente durante 10 años. Juntos lograron cuatro mayorías absolutas en el Congreso de los Diputados y una mayoría simple en la quinta legislatura. También consiguieron gobernar en la mayoría de las comunidades autónomas y en las principales ciudades del país.
Estas viejas glorias, además, aceptaban ir a la oposición si no eran el partido más votado. No se aferraban al poder a cualquier precio, ni pactaban como romper España. Sabían que el PSOE era un partido de Estado, que defendía la Constitución y tenía un proyecto de país, por mucho que por el camino se auto enmendaran, pero tenían claro qué eran y que España querían, y eso gustaba a la inmensa mayoría de los votantes.
Cuando Sánchez y los suyos alcancen los niveles electorales de González y los suyos, entonces, así, cara a cara, podrán despreciar sus opiniones. Pero de momento, esos jarrones chinos ganaban elecciones municipales, autonómicas y generales. Pero Sánchez… Sánchez solo ha ganado una vez las elecciones generales, y por la mínima. Y lo ha hecho gracias al desgaste del PP y al fracaso de Ciudadanos. Y para mantenerse en el poder ha tenido que recurrir a los votos de ERC, Bildu y otros partidos minoritarios que le exigen contrapartidas inaceptables como indultos, modificaciones de leyes, eliminación de delitos... y para ello se vale de pervertir tribunales como el Supremo y el Constitucional.
Sánchez debería escuchar más a las voces críticas dentro de su propio partido, y menos a las aduladoras. Debería aprender de la experiencia y la sabiduría de quienes han gobernado este país con éxito, porque sí, el balance de González es positivo en modernización de las estructuras económicas, administrativas y sociales. Debería respetar más a sus mayores, y menospreciarlos menos. Porque esos jarrones chinos tienen más valor que muchos floreros vacíos. Porque esos jarrones chinos ganaban elecciones. Pero Sánchez…