¡Gambas!

Estas navidades vamos a tener que pasar de las gambas de Garrucha. No es que todos los bolsillos estén preparados para comprar crustáceos decápodos de los que se capturan en nuestra costa, pero es que, si encima les ponen pegas desde el gobierno para su pesca, el precio va a ser prohibitivo, incluso para los señores políticos. En tiempos de pesca abundante alcanza los cien euros con facilidad, si le ponen pegas, como quieren hacer desde el gobierno, el precio a los pocos kilos que salgan al mercado se puede poner a la altura del caviar de Teruel o Riofrío.

Supongo que habrá hablado en estos días el consejero de agricultura y pesca de la Junta, almeriense él, y aficionado a la gamba roja de Garrucha como casi todos los políticos y sindicalistas. Yo también me apunto a la cofradía de la gamba roja. Me gusta el listao de nuestra costa. Y la quisquilla, y la blanca, y hasta el langostino Rodolfo, cuando el bolsillo anda en retroceso. Al centro. He oído a don Ramón decir que va a luchar a favor de los pescaores, pero no le ha cantado las cuarenta en bastos al gobierno de Sánchez por esta situación en la que coloca a los pescadores de Garrucha, Carboneras y otros puntos de la costa de cara al tiempo que viene y a la pesca de la roja. Pero no solo la gamba, los 27 días que han saltado desde Bruselas, ponen en un brete al sector pesquero Andaluz. Carmen Crespo ha hablado en Europa. ¿Y qué, doña Carmen? Ahora está usted presidiendo la comisión de pesca ¿Qué ha conseguido sobre los 27 días? No le he visto aquella dureza de cuando era usted consejera. Les debe pedir calma el presidente andaluz, el tranquilo Moreno Bonilla, que no quiere llenarse de fango los zapatitos de charol.

Se quejan y con razón los armadores. Han estado cuatro meses con los barcos varados obligatoriamente, y cuando llega el momento de echarse a la mar tras la parada biológica, tras la veda de la gamba, viene el político de turno, ese que jamás ha pasado frío en el mar, que no sabe lo que es una tormenta en esos pequeños barcos, jugándose la vida cada día, y le dice que solo puede pescar cincuenta kilos de gambas a la semana. Como lo está leyendo: cincuenta (50) kilos a la semana. Si no salen a la mar los sábados y domingo, le quedan cinco días, y a repartir los cincuenta (50) entre ellos, total, diez (10) kilos diarios es lo que el gobierno le permite extraer de los deliciosos crustáceos.

No les salen las cuentas, no se pagan los gastos, no se cubren los costos. Con esos kilos permitidos los armadores van a la ruina, y con ellos los pescaores. Entre los diez de gambas y los 27 días de otras pesca, el panorama es para echarse a temblar. Y qué dicen los políticos almerienses: Silencios, cómplices los del Psoe. Vale, se entiende, tras ver lo de Lobato, pero, a los del Pp tampoco se les oye levantar con fuerza la voz, dar la guerra necesaria en defensa del sector. Deben estar preparando el árbol de navidad en sus casas y aprendiendo villancicos de paz. ¡Dónde mejor!