Los centros sanitarios deben lograr una gestión cada vez más eficaz, pues los recursos que deben manejar son cuantiosos pero no ilimitados. Por lo tanto se hace cada vez más necesaria la profesionalización de la gestión y establecer una clara diferencia entre el papel del político que debe marcar las hacia donde quiere dirigir la sanidad, el profesional sanitario que es el alma de la sanidad y el gestor, en el cual debe recaer la responsabilidad alcanzar el éxito en base a los objetivos establecidos, dentro de la partida presupuestaria asignada.
Hay que tener en cuenta que la Sanidad está en torno a un tercio del presupuesto de una comunidad autónoma. En Andalucía son casi 15,000 millones de euros, un 33,5% del presupuesto, aunque el gasto per capita es de los más bajos de España, 1.625 euros. En cualquier caso son partidas muy importantes y la gestión no pueden estar en manos de personas sin conocimientos en esta materia. La dificultad en muchos casos viene determinada porque los políticos intentan establecer prioridades no basadas en criterios objetivos, más bien en cuestiones de mayor rédito electoral y promocionan gestores no profesionales en muchos casos.
Pero sin duda existen gestores en Sanidad y muy buenos, conozco a muchos de ellos, sobre todo en cargos intermedios, pero el problema suele estar en los altos cargos de gerencia, normalmente son nombrados en base unos criterios más de afinidad política que profesional, lamentablemente.
Desde la Sociedad Española de Directivos de la Salud, SEDISA, se está realizando un buen trabajo para concienciar de esta necesidad. Tienen como objetivo, mejorar el sistema sanitario y mejorar las competencias de los directivos. El gran desafío es introducir más eficiencia en el sistema sanitario, es decir, conseguir más con los recursos disponibles.
SEDISA identifica los grandes retos de la Sanidad Pública, en primer lugar la irrupción de la inteligencia artificial y la transformación digital, que va a permitir procesar grandes volúmenes de datos en poco tiempo. Esta rapidez y exactitud en la información es fundamental para mejorar la eficiencia del sistema.
También resalta la falta de profesionales sanitarios, para solucionarlo se debe mejorar sus condiciones laborales y así evitar que se marchen a otros países. En España durante 2024, fueron 395 médicos los que salieron de nuestro país. Desde 2019, 2.080 médicos han marchado al extranjero y atención casi 28,000 en estos cinco años han solicitado el certificado de idoneidad, que es el requisito administrativo necesario para poder salir fuera de España.
Y otro gran problema relacionado con el anterior son las listas de espera, tanto en atención primaria como especializada. Los pacientes demandan tiempos de espera más cortos, y esto requiere una mejor planificación de los recursos humanos.
También debemos abordar es el relevo generacional en la dirección sanitaria. Muchos directivos actuales se jubilarán en los próximos años, y no hemos formado a los suficientes para asumir esos puestos. .
Y por último un tema que siempre causa controversia política, la colaboración público-privada, lo que no cabe duda es que en la situación actual, esta colaboración permite atender la demanda de los ciudadanos de forma más eficiente. Cuando la sanidad pública no puede absorber toda la demanda, la sanidad privada complementa esos servicios. En España, el 30 % de los servicios sanitarios los presta el sector privado, por lo que es fundamental para la calidad de la atención.
Las organizaciones funcionan gracias a las personas, debemos tener en cuenta sus deseos y aspiraciones, para lograr los objetivos de la organización. En la creación de entornos de trabajo más humanos, con mayor calidad de vida y en la motivación adecuada de los profesionales, pueden estar las claves para alcanzar las más altas cotas de productividad en la gestión. El inmovilismo no es una opción, debemos adaptarnos para no colapsar.
¨Pon tu esfuerzo y dedicación en lo que realmente estás preparado, no en lo que no te corresponde.”, frase atribuida a Esopo, se dice que fue maestro de Socrates, que memorizaba los apólogos de Esopo y los versificaba.