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Israel Fernández emociona en un Auditorio lleno de arte
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Israel Fernández emociona en un Auditorio lleno de arte

Lleno a rebosar para disfrutar con el arte, personalidad y sensibilidad del cantaor, acompañado por el talento a la guitarra de Diego del Morao

domingo 16 de febrero de 2025, 17:46h

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A rebosar. Si se alzaba la mirada no quedaba ni un rincón sin cubrir. No quería perdérselo nadie. Hasta el gran ‘Tomatito’ estuvo presente. Y no es de extrañar, puesto que Israel Fernández es una de las figuras más sobresalientes del flamenco contemporáneo, con un cante en el que confluyen el legado más puro del flamenco tradicional y la contemporaneidad y transgresión. Casi nada.


El Auditorio Maestro Padilla vivió anoche, sábado, un momento especial, uno de los hitos de la programación de esta temporada de invierno puesta en marcha por el Área de Cultura, Tradiciones y Fiestas Mayores del Ayuntamiento de Almería. Con una escenografía sobria, Israel Fernández deleitó con hora y media de cante y talento, acompañado por uno de los mejores guitarristas flamencos del momento, Diego del Morao, su cómplice inseparable en los escenarios, además de la percusión y teclados de Ané Carrasco y las palmas de Pirulo y Marcos Carpio. Todos grandes artistas.

De esta manera, Israel Fernández convirtió anoche el Auditorio en un templo del cante jondo. En las primeras notas, el público ya comprendió que estaba a punto de presenciar algo grande. Durante hora y media, el cantaor desplegó su particular manera de abordar el flamenco, una forma de cantar que parece surgir desde lo más profundo de su ser. Su timbre, a la vez dulce y doliente, su capacidad de modular cada ‘quejío’ con una naturalidad pasmosa, y su dominio absoluto del compás dejaron patente por qué es una de las voces más personales del panorama actual.

A lo largo del recital, Israel hizo un viaje por su trayectoria musical, desde el estreno con ‘Universo Pastora’ (2018), la pasión desbordante de ‘Amor’ (2020), el carácter puro de "Pura Sangre" (2023) y su más reciente "Por amor al cante" (2024).

Israel Fernández no necesita de artificios para emocionar. Es puro arte, y antes de cada ‘palo’ confiesa que se dejará llevar por la inspiración, conmoviendo hasta la última fila del cuarto anfiteatro con su voz y entrega. Cada vez que Israel Fernández cantaba, su voz quebrada, pura y visceral, inundaba el Auditorio, recordando a los grandes maestros pero con una personalidad y sensibilidad propias.

Es de agradecer también sus ganas de seguir aprendiendo y de atreverse a tocar el piano, aunque confiese que es un instrumento que aún no domina. Solo, voz y piano, para compartir una ‘granaína’.

Israel Fernández se arropó un cuadro flamenco también lleno de arte. Su siempre escudero Diego del Morao, con su toque preciso y elegante, tejía arabescos de sonido que sostenían y elevaban el cante del toledano, y, en solitario hizo disfrutar con una bulería mientras descasaba la voz el maestro. Ané Carrasco con el cajón aportaba el pulso flamenco, mientras que las palmas de Pirulo y Marcos Carpio dotaban de profundidad y fuerza a cada ‘palo’.

Hubo momentos especialmente memorables, como la seguirilla, donde su entrega fue total, con la jondura y la pasión que solo los grandes dominan, o la bulería, en la que la complicidad con Diego del Morao se hizo palpable. El flamenco tiene en Israel Fernández una voz inconfundible, una forma de sentir y transmitir que emociona y sacude, un flamenco que bebe de la tradición, pero, a la vez, respira un aire nuevo, y anoche, en el Auditorio Maestro Padilla, lo demostró con creces.

Historia de un cantaor con personalidad


Israel Fernandez nace en el seno de una familia gitana asentada en Corral de Almaguer, pero de orígenes andaluces. Es allí, en su entorno, donde empieza vivir el flamenco de una manera natural. Su madre y su abuela son las que prenden la llama de su interés profundo. Camarón fue su gran ídolo y referente, aunque también se ha dejado influir por otros como Manolo Caracol. Antonio Mairena, La Niña de Los Peines, Rafael Farina o Porrina de Badajoz entre otros.


Pronto se convierte un niño prodigio y empieza a frecuentar concursos televisivos, hasta que con 18 años graba su primer disco. A partir de entonces es cuando saca su verdadero “yo”, dejando a un lado las influencias externas de ser un niño.


Israel consigue rejuvenecer el cante antiguo para dotarlo de elementos nuevos y hacerlo llegar a la afición actual. Entre sus cualidades más destacables se encuentra la personalidad que impregna todo lo que toca. Ello aderezado con un extenso conocimiento, su afinación exacta, su compás exhaustivo, la dulzura de su voz y su sensibilidad innata hacen que la afición al flamenco deposite grandes expectativas en el joven cantaor.


En pocas palabras se podría definir a Israel como un cantaor que ha sabido recoger el testigo de los más grandes cantaores para dotarlo de su propia personalidad sin restarle calidad a aquellas obras de arte que legaron aquellos maestros. Anoche, en el Auditorio Maestro Padilla se volvió a comprobar. Almería le quiere y el cantaor responde con respeto y arte.

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