El portavoz del Partido Popular, Borja Sémper dio una lección de valentía y coherencia al utilizar el euskera en el Congreso, justo un día después de rechazar el cambio de reglamento que pretendía imponer el PSOE y sus socios. Su intervención, lejos de ser una contradicción, fue una defensa del bilingüismo y del respeto a la diversidad lingüística.
Sémper demostró que ya se podía hablar en euskera sin necesidad de modificar el reglamento, pero que lo hacía por voluntad propia y no por imposición. Al autotraducirse, Sémper facilitó la comprensión y la comunicación con el resto de los diputados, y evitó el uso de traductores simultáneos que suponen un gasto innecesario.
Además, Sémper fue coherente al criticar al PSOE y a sus socios por "atentar contra lo común" y por usar las lenguas como "moneda de cambio político". Sémper defendió que las lenguas cooficiales son un patrimonio cultural que hay que proteger y promover, pero no un instrumento para dividir y confrontar. Sémper fue un ejemplo de sensatez y moderación frente al sectarismo y el extremismo.