La mayoría de los españoles ha dejado de escribir a mano en su día a día. Según un estudio de Ipsos, solo el 12% de los encuestados afirma hacerlo a diario, mientras que el 88% restante prefiere usar el teclado o la pantalla táctil. La tecnología ha provocado que el hábito de escribir con papel y bolígrafo se haya perdido en gran medida.
Sin embargo, esta práctica tiene numerosas ventajas para el cerebro, que se activa de forma diferente cuando escribimos a mano que cuando lo hacemos con un dispositivo electrónico. Al escribir a mano, se ponen en marcha tres áreas cerebrales: la motora, la cognitiva y la visual. Estas áreas se relacionan con el movimiento, el pensamiento y la percepción, respectivamente.
La escritura a mano implica un mayor control motor, ya que hay que coordinar los dedos, la mano y el brazo para trazar las letras. Esto mejora la destreza manual y la memoria muscular. Además, la escritura a mano estimula la actividad cognitiva, ya que hay que procesar la información, organizar las ideas y expresarlas con claridad. Esto favorece la comprensión, la creatividad y el razonamiento. Por último, la escritura a mano también potencia la capacidad visual, ya que hay que prestar atención a la forma, el tamaño y el espacio de las letras. Esto ayuda a desarrollar la percepción espacial y la orientación.
La escritura a mano no solo tiene beneficios para el cerebro, sino también para la personalidad. Al escribir a mano, se refleja el estado de ánimo, las emociones y los rasgos más inconscientes de cada uno. La grafología es la ciencia que se encarga de analizar la escritura a mano para conocer el carácter y la personalidad de las personas.
Por todo ello, los expertos recomiendan recuperar el hábito de escribir a mano, al menos unos minutos al día. Se trata de un ejercicio sencillo y saludable que puede mejorar el funcionamiento del cerebro y el bienestar emocional.