Acabo de enviar un twitter con malas noticias para mi amigo Óscar. En ese mensaje le recuerdo que cuando estuvo este verano en Almería ya criticaba la nula visibilidad de la playa a lo largo de la Avenida Cabo de Gata, desde el EGO hasta el Palmeral. Y era ahí, al llegar al Palmeral del Paseo Marítimo, cuando se abría la perspectiva hacia el mar. No obstante, este respiro, tras un trayecto angosto entre edificaciones, desembocaba en una gran zona de aparcamiento: decenas de vehículos negaban la vista hacia el mar, ocupando la totalidad de una gran explanada en la que proliferaban turismos, furgonetas y roulottes.
Óscar es muy viajero; conoce mundo y valora tanto los enclaves de naturaleza salvaje como las soluciones arquitectónicas y urbanísticas que se realizan con inteligencia, utilidad y buen tino. Y, si ya se quejaba de esa aberración del megaparking del Palmeral, ahora acabo de comunicarle que el Ayuntamiento de Almería ha comenzado las obras para ampliar las plazas de aparcamiento, así como una modernización de la zona de estacionamiento con más iluminación y señalización. En total se van a ganar unas cincuenta plazas que engrosaran la capacidad hasta unos doscientos vehículos, que gozarán de las privilegiadas vistas en primera línea de playa.
Tras el mensaje, Óscar me pregunta si esta “modernización” contará con medidas de seguridad y control. Y se fundamenta en su experiencia cuando logró aparcar después de varias y confusas orientaciones de unos gorrillas que competían entre sí por granjearse el euro. Gestos, gritos y amenazas se prodigan en el megaparking playero, además de escenas nada edificantes con abandono de basuras, envases de bebidas… y meadas y defecaciones estratégicamente evacuadas entre los vehículos cuyos propietarios fueron menos generosos con los donativos.
No sé si esta ‘modernización’ implicará un incremento de los singulares gestores de estacionamiento. En cualquier caso, todo apunta hacia una solución nada plausible y de escasa creatividad urbanística. Por un lado, se prodigan las restricciones y los aparcamientos “disuasorios” para evitar impacto visual en entornos de cierto valor monumental o espacio natural; pero se condenan otros espacios de gran potencialidad al destino más prosaico.
Pretendemos hacer de la conectividad entre puerto y ciudad un proyecto ambicioso y modélico. Sin embargo, este proyecto cuenta con el problema añadido de terrenos de propiedad no municipal e intereses compartidos, distribuidos y malavenidos entre varias administraciones diferentes. Por el contrario, para un terreno de propiedad exclusivamente municipal no tenemos proyecto, salvo incrementar y percutir en lo que ya vemos que funciona rematadamente mal.
Oscar vendrá otro verano a Almería. Seguiremos sin soterramiento, sin AVE, sin Puerto-Ciudad… pero con más plazas de aparcamiento en primera línea de playa.
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