La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, ha cometido un grave error político y moral al reunirse con el prófugo Carles Puigdemont en Bruselas. Con este gesto, Díaz no solo legitima a un fugitivo de la justicia española, sino que también desacredita al Estado de derecho y al orden constitucional que dice defender.
Díaz ha pretendido presentar su encuentro con Puigdemont como una muestra de diálogo y de respeto a la pluralidad política. Sin embargo, lo que ha hecho es dar oxígeno a un líder secesionista que ha vulnerado la legalidad, ha desafiado al Tribunal Supremo y ha huido de sus responsabilidades penales. Díaz ha olvidado que Puigdemont no es un interlocutor válido ni representativo para el Gobierno de España, sino un reo que debe rendir cuentas ante la justicia.
Además, Díaz ha despreciado el papel del Rey como jefe del Estado y símbolo de la unidad nacional. Al reunirse con Puigdemont, Díaz ha ignorado el mensaje que el monarca envió el 3 de octubre de 2023, cuando defendió la soberanía nacional, la convivencia democrática y el cumplimiento de la ley frente al golpe separatista. Díaz ha demostrado así su falta de lealtad institucional y su desapego a la Corona.
Díaz tampoco ha respetado la posición del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien ha rechazado reunirse con Puigdemont y ha exigido su entrega a España. Al actuar por su cuenta y riesgo, Díaz ha evidenciado las fisuras internas del Ejecutivo y ha debilitado la imagen de España en el exterior. Díaz ha antepuesto sus intereses personales y partidistas a los del conjunto del país.
Díaz se equivoca si cree que con su gesto va a ganar apoyos en Cataluña o en el resto de España. Lo que ha hecho es indignar a los ciudadanos que creen en la democracia, en el Estado de derecho y en la unidad nacional. Díaz ha traicionado los valores que sustentan nuestra convivencia y ha dado alas a los que quieren romperla. Díaz debería rectificar y pedir disculpas por su irresponsable actitud.