Ayer conocimos el pacto entre Sánchez y Puigdemont en el que se intercambian investidura por impunidad a todos los delitos. Pero, no estando contentos con la amnistía, metemos en el paquete ético y mercantilista el referéndum, impuestos, relator internacional, asumir el relato separatista. Cualquiera con un mínimo de sentido común político e institucional estamos a las puertas de consumar un Golpe de Estado.
La reacción en la calle no se ha hecho esperar y miles de españoles descontentos y desencantados con el PSOE no socialdemócrata hemos salido a la calle a gritar al presidente en funciones del Gobierno de la Nación que no venda nuestra Nación y no permita que los votos de los independentistas de derechas e izquierdas en Cataluña, País Vasco y Galicia, mediante una acción involucionista política golpista en la investidura, den por finalizado el Estado de Derecho en España y el espíritu de la Constitución de 1978.
Se necesita, que en el Congreso de los Diputados, que un número de diputados del Grupo Socialista, que amen a España, eleven su voz crítica y voten en contra de la investidura del presidente en funciones, y puedan convocarse elecciones generales por el Rey como Jefe del Estado con el refrendo de la presidenta de las Cortes Generales, para discernir a través del voto en las urnas la humillación a la que se está sometiendo, mediante la mentira y la traición, al Estado español, a todos los ciudadanos españoles, a España.
Por la paz, la libertad, la justicia y la democracia de las que gozan las naciones europeas contemporáneas hacen necesario la separación de poderes. Es el momento de abandonar algunas diferencias ideológicas y disputas internas en el centro derecha y derecha, y simplemente salir unidos, ahora a en la calle y después en las urnas, sin dejar de utilizar todos los instrumentos institucionales políticos y jurídicos de parar este atropello a España.
¡Hay esperanza cristiana por seguir construyendo un futuro mejor!