Así lo entonaba, hace bastante tiempo, el famoso cantante de la voz aterciopelada y el frenesí amatorio. Y continuaba “Unos que nacen otros morirán, unos que ríen otros llorarán. Agua sin cauce, rio sin mar, penas y glorias, guerras y paz…”. Por aquellos años –último tercio del pasado siglo– la ambición, la mentira, el odio y la envidia, como aterradores jinetes apocalípticos, trotaban a sus anchas entre los vericuetos del poder. A día de hoy, todo sigue igual. Unos nacen, otros mueren, unos ríen, otros lloran, pena, gloria, guerra y paz. Tanto correr para estar en el mismo sitio.
Por esa misma época, el PSOE madrileño tenía problemas con su concejal Alonso Puerta Gutiérrez, persona honrada a la que tuvo que echar del partido por oponerse a la adjudicación irregular de contratas municipales. Actualmente el PSOE ha echado a su secretario general en Madrid por no estar de acuerdo con las maneras poco edificantes con las que hace política el socialismo.
Por aquel entonces, se murió la dictadura y apareció, dicen, la democracia. Transición han llamado al periodo. A mí no me lo contaron hasta mucho después. Ahora, achacoso, con cincuenta años más a la espalda, la vida sigue igual y continúo sin enterarme de qué se trataba la puñera transición esa de la que hablan los políticos.
Antes, el sol salía cada día, en algún momento tapado por las nubes y otros radiante. La gente tenía que trabajar para ganarse el pan. Había periodos de sequía alternados con épocas de inundaciones. Los cabrones mataban a las mujeres. Las drogas, el alcohol y las adiciones eran un problema de difícil solución. El exilio económico, se erigía como doliente recurso a la escasez. Los políticos comenzaban a cobrar impuestos. La izquierda y la derecha eran las únicas opciones sociales y económicas…
Ahora, el sol sigue inalterable. El trabajo continúa siendo el único camino para salir adelante, a pesar del intento por mantenernos subvencionados. Hay sequías y hay danas. Los cabrones continúan matando sin que se hayan promulgado leyes para impedirlo. Las drogas, redes sociales incluidas, destrozan vidas. Los políticos, a lo suyo: más impuestos. La izquierda y la derecha… ¿la izquierda y la derecha? La ambición, la mentira, el odio y la envidia, continúan siendo los reyes del gallinero. ¿Existe alguna duda de que la vida sigue igual?
Por aquel entonces, el PSOE tenía un dirigente carismático al que las niñas enfervorecidas le gritaban: “Felipe, capullo, queremos un hijo tuyo”. Hoy el PSOE tiene un dirigente crispante al que una niña obnubilada, exaltada y jipiosa devenida a ministra le grita: “Pedro, capullo, te reverencio con orgullo”. Lo que es la vida, pasan los años y todo sigue igual.
Hace cuarenta y siete años, el pueblo andaluz –millones de andaluces y andaluzas– salió a la calle arropado con una enseña blanca y verde, exigiendo autonomía y libertad. Nuestros antepasados le echaron dos… motivos a su reclamación y las manifestaciones fueron una fiesta reivindicativa.
Ahora siguen existiendo motivos para salir a la calle y gritar, pero ya el régimen, su educación, sus consignas, su adoctrinamiento y su presión han dado los frutos apetecidos. Se hace necesario reconocerlo, el pueblo andaluz ya no es un pueblo altivo capaz de salir a la calle reivindicando su dignidad. Ahora tenemos algo, o creemos tener algo, que guardar. El trabajo del régimen socialista andaluz, el adormecimiento, la anestesia, se palpan a simple vista.
Joé, que coraje, somos los únicos que hemos cambiado... y ha sido a peor. Bueno, que remedio, es necesario levantarse cada día y esperar el momento feliz en que todo, o algo, cambie a mejor.
¡Feliz 4 de diciembre!