Aquellos lectores con memoria recordarán las feroces críticas que el Partido Popular vertió sobre las desaladoras cuando el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero y la ministra Cristina Narbona impulsó su construcción hace ya más de 15 años, a través del Programa AGUA. Les acusaban de producir un agua imbebible, de arruinar el medio ambiente marino y de hipotecar el futuro económico de la provincia de Almería.
Sin embargo, el devenir de los acontecimientos ha demostrado la miopía de aquellas afirmaciones. Hoy, con Andalucía sumida en una de las peores sequías de las últimas décadas, son precisamente las desaladoras las que están salvando los muebles en provincias como Almería, permitiendo regar los campos y abastecer a la población.
Hoy en día, resulta cuando menos irónico observar el cambio de postura de los dirigentes del Partido Popular, antes férreos detractores de la desalación y ahora firmes valedores de esta ante la opinión pública. Figuras prominentes como González Pons llegaron a denigrar las desaladoras llamándolas "nucleares del mar productoras de humo, salitre y muerte", mientras que Rafael Hernando, senador por Almería, las desestimaba como base para el crecimiento económico, pronosticando su fracaso en nuestra provincia.
Una vez más, los hechos desmienten las falacias propagadas en su día por el Partido Popular. Las desaladoras ni producen un agua imbebible ni hipotecan el futuro de la costa mediterránea. Al contrario, se han revelado como infraestructuras estratégicas para la resiliencia hídrica de la región ante episodios de sequía que pueden contribuir a la recuperación de nuestras masas de agua sobreexplotadas.
La lección que nos deja esta historia es clara: frente a problemas complejos como el Cambio Climático y el aumento de la escasez de agua, se requieren soluciones basadas en la anticipación, la planificación y la ciencia, no en consignas electoralistas.
En Almería es imperativo adoptar una visión a largo plazo en la planificación de medidas e infraestructuras. Esto contrasta con la gestión del actual Gobierno andaluz, caracterizada por decretos extraordinarios, obras que no llegan a materializarse, decisiones polémicas y mucha confrontación.
Una planificación hídrica sostenible requiere escapar de la lógica de la emergencia permanente y diseñar políticas de gestión del agua a largo plazo, que garanticen la Sostenibilidad y Seguridad del ciclo del agua en un escenario de Cambio climático.
Esta estrategia de anticipación es la seguida por el Gobierno de España en la actualidad, cuyo objetivo es duplicar en los próximos años la capacidad de desalación con energía fotovoltaica en la provincia, con actuaciones como la ampliación de las desaladoras del Campo de Dalías, la de Carboneras, una nueva desaladora en Levante o las actuaciones que se van a realizar en toda la provincia para la mejora de los regadíos, lo que va a suponer un ahorro del 10% en el consumo de agua y abaratar los costes de su distribución.
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