Es tan lenta la justicia, que hasta nos olvidamos de los casos abiertos. Creía que ya se había visto y sentenciado el caso de aquel vice de diputación cesado en su día, Óscar Liria, al que se le acusa, presuntamente, de hacer negocio con la compra de las mascarillas en tiempo de la pandemia. Y no es así, el caso está siendo visto para sentencia y hace unos días se sentaba ante el juez el acusado Liria.
Juicios tengas y los ganes, dice el viejo refrán. Con los jueces y los fiscales que nos han tocado en suerte, ganar un juicio puede ser como jugar a la ruleta, que puede salir rojo o negro, y vaya usted a saber de qué color tiene esa mañana el juez el ánimo. Visto los resultados de los últimos casos conocidos, y en directo el famoso del pico de Rubiales, hay que reafirmarse en que los jueces, con la colaboración de los fiscales, se han convertido en unos políticos más, en el que van a defender lo que les dicte esa mañana la cloaca que pasa en estos días por el palacio de la Moncloa.
La comparecencia de los almerienses en la comisión abierta por la política en Madrid sobre mascarillas, no aclaró nada; para los del Pp no hubo delito alguno, para los del Psoe se dieron de todos los colores. Pero eso es algo que no sorprende, es a lo que nos tienen acostumbrados los caballeros de la política, solo ven la viga en el ojo ajeno, en el suyo todo es limpio y cristalino, ni una lágrima viene a entorpecer la clara trayectoria de los protagonistas en la vida pública, y sobre todo cuando se trata de meter la mano en la caja: ¿nosotros corruptos? nunca, son ellos los corruptos, los que meten la mano entre las piernas de Jessi y sus amigas, pagando con dinero público, son ellos los que levantan las copas con las burbujas del cava, son ellos los que cortan con la tarjeta de oro el polvo blanco, dicen que es talco y el mejor del mundo, el de la localidad almeriense de Somontín.
Andamos como ustedes, a la espera de ver quién gana el combate de las mascarillas de Óscar Liria, que por cierto solo contestó a las preguntas de su abogado. ¿Solo de su abogado? ¿Tenía miedo a las preguntas de las partes? No parece que sea una buena defensa, si se mantiene en que él no cometió delito alguno, y que el hombre es un santo, no se entiende no contestar las preguntas. El cese del vice tras las primeras denuncias ya nos demostró que algo tenía que haber, y que el presidente de la institución, Javier Aureliano, tomaba distancia ante lo que pudiera ocurrir en el futuro con la denuncia contra Oscar y la compra de mascarillas. Y en esas debe andar el presidente en estos días. ¿Duerme bien, presidente? ¿Sabía lo que estaba haciendo el señor Liria en el despacho de la institución provincial? ¿Lo sabía don Fernando Jiménez, su gran vicepresidente? En unos días, si no hay inconveniente alguno, tendremos sentencia, pero me temo que no tengamos respuestas a las preguntas planteadas. La política y la justicia tienen estas cosas.