Estamos acostumbrados a las reivindicaciones políticas del mundo del cine, a que aprovechen las galas que se pagan con dinero público como escaparate de posiciones políticas absolutamente legítimas, pero no parecen oportunas cuando las costean también quienes no las comparten, por eso lo de Petra Martín en la gala de clausura de FICAL 2022 fue otra cosa y fue la anécdota que marcó la noche en el Auditorio Maestro Padilla.
Petra Martínez recibió un premio por su papel en la serie de comedia “La que se avecina”, y ahí comenzó el momento más divertido de una gala que, por lo demás, fue tan correcta y precisa como siempre.
Petra, de 78 años sin miedo a decirlos sobre el escenario, subió a recoger la estatuilla y lo primero que hizo fue quejarse ante la maestra de ceremonias, Cayetana Guillén Cuervo, de que minutos antes había mencionado lo guapos y lo guapas que lucían quienes se sentaban en la primera fila del Auditorio… pero que a ella la había saltado, que había mencionado a todos, y a ella la había ignorado, y que eso estaba tan mal que había que repetirlo.
Petra se fue a su asiento, y Cayetana comenzó la volvió a llamar destacando entre elecuentes aspavientos lo estupenda que estaba, y entonces sí, ahora sí.
Pero la cosa no se quedó así, porque la actriz, que interpreta a Fina, bromeó con que alguna gente le dice por la calle que no es tan fea como en la serie, y que hasta un niño, cuando recientemente han ido a rodar a un chalet, dijo a su madre, al verla, que cerrara bien las puertas y ventanas.
La actriz, hija de padre represaliado por el franquismo, parecía que iba a encauzar un discurso políticamente correcto al recibir el premio, al decir que lo sentía por las más jóvenes, pero rectificó… que no, que no lo sentía… ya tendrán ellas su turno, porque como dijo, es muy difícil tener buenos papeles a su edad, porque solo las llaman “para ser las abuelas de, las bisabuelas de, la que está en la residencia, la que tiene Alzheimer”, y para ella, poder hacer trabajo fuera de esos parámetros le daba la vida.
Y si con esa reflexión —acertada y real como la vida misma— el tono se ponía serio, duró poco, porque se preguntó cómo sería si estas galas “fuesen en traje regional”, lo que provocó la carcajada general, porque a todos se nos vino la imagen a la cabeza, pero ella añadió un punto más, al asegurar que el “traje regional de Madrid es feo”, pero que “yo no soy de Madrid, gracias a Dios”, y se reivindicó de Linares, andaluza cien por cien.
Tras agradecer a los patrocinadores y a la Diputación de Almería un Festival de este nivel, volvió a su asiento tras sentar cátedra, ya que el resto de la noche las alusiones a sus palabras fueron una constante, desde la propia Cayetana, que en varias ocasiones más la aludió con ¡Petra, qué guapa estás!, a aquellos que se dieron por aludidos por el “traje regional”, como Arturo Valls que se veía de fallera, el que temía subir con txapela, o el que avisaba que no volvería a Almería si tenía que hacerlo vestido de turinés.
Reivindicar que no hace falta ser un bellezón para dedicarse al cine, que los mayores también existen y por tanto deberían tener más espacio en las historias que se cuenta, y que la profesionalidad se demuestra trabajando, es tan de agradecer como que se haga con sentido del humor
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