El socialismo, ahora mutado en la Secta Sanchista (¡demonios, menuda sigla sale!), muestra su aspecto más peligroso para la democracia con los habituales, tradicionales y bien conocidos comportamientos: desparpajo, desafío y desprecio.
La actitud de este presidente del Gobierno no se colige con un mínimo de decencia exigible a tan alta dignidad en un Estado de derecho y una democracia occidental. Salvo que el modelo esté en franca liquidación o que la senda bolivariana ya está emprendida hacia el totalitarismo populista, la sensación no avizora tranquilizantes horizontes.
Ya se suponía que Pedro Sánchez nos engañaría. Y lo hizo muy bien cuando el felón utilizó a S. M. el Rey en una visita, que sólo tendría sentido si de presentar la dimisión y convocar elecciones generales se tratase. Hasta en este aspecto nada le importó utilizar al Rey de España para su infame prestidigitación ante los españoles, y todos asistimos atónitos a los cinco días que “conmovieron al mundo”. En esta ocasión, Sánchez ya sabía que el juez había imputado a su esposa por asuntos bastante indecorosos, y a dirimir en sede judicial.
Pero como la desvergüenza política no conoce límite, Pedro Sánchez saca a pasear su desparpajo, desprecio y desafío con el acompañamiento de su esposa, Begoña Gómez. En esta ocasión, la procesiona en mítines convertidos en “autos de fe”: Fe en la secta y repudio a las insurrectas agresiones hacia el líder supremo y su entorno (La Familia Socialista).
Lo ocurrido en el Auto de Fe en Benalmádena se ha convertido en un desafío ante la justicia y, en general, contra la decencia democrática. El mitin hubiese sido homologable en el ámbito de niñatos y niñatas que trasladan sus retozos en el campus a la Puerta del Sol: romerías, soflamas, arengas… y una artera utilización de la persona (mujer) ¡alerta comando feminista!, que es exhibida, manoseada, vitoreada… y protegida, cobijada y blindada ante la “amenaza” de algo tan inaceptable en democracia y en un Estado de derecho como someterse -como todo ciudadano- a la justicia.
Pero, no nos engañemos. Pedro Sánchez no escenifica y provoca este espectáculo para proteger a su mujer, lo hace para protegerse él. Y lo hace como antes lo hizo reiteradamente: entregando armas, bagaje y dignidad para deterioro de la convivencia. Y le da igual hacerlo como los niñatos y niñatas de la acampada asamblearia: en modo antisistema perroflauta.
Es ya un clásico. Cuando un destacado socialista es investigado/imputado, el “insensato y atrevido” titular del juzgado que ose dudar de la honorabilidad inquebrantable del presunto chorizo será puesto a escurrir.
La Secta Sanchista sabe muy bien que el líder supremo sostiene el entramado de prebendas, sinecuras y privilegios. Hay que mantener este palafito apuntalándolo con mayor desfachatez y traición. En España se han superado fronteras indeseables e inexploradas en un Estado democrático de Occidente. Y parecía que era imposible con la Constitución, la UE, la ONU, la OTAN… Decíamos que eso era cosa de republicas bananeras. Pues no.
El indisimulado ataque a la justicia es una frontera en la que el autoritarismo, la autocracia y el populismo suele desembocar con total autarquía; aquella donde todo sobra. Sobra la crítica, sobra la prensa libre, sobra la opinión contraria y están de más los jueces cuando hay una autoridad superior, autónoma y autosuficiente para tomar decisiones e impartir la injusticia autocrática.
Es muy importante -vital- tener en cuenta que la Secta Sanchista se ha crecido con el apoyo de los que, solidariamente y como colaboradores necesarios, están por la destrucción del Estado de derecho. A los secesionistas les interesa la independencia para zafarse de justicia como delincuentes convictos. A los bilduetarras les interesa… bueno no sé qué mierda les interesa. Y a los podemitas, sumaritas y otros adminículos les interesa estar ahí. No hay más: estar ahí.
Si la Secta Sanchista lograse un buen resultado en las elecciones europeas, seguro que iniciarán nuevas prospecciones para desactivar las “molestias” que aquejan al Estado derecho y la democracia. Ya están en curso las medidas para desactivar la libertad de prensa en los “pseudomedios”; y de esto les aseguro que sé de qué va. Se incrementarán los incentivos para la delincuencia. Aumentarán las dificultades para la propiedad y la empresa privada. Cundirá el miedo a incurrir en delito de odio y otras fobias: “Neolenguaje y Policía del Pensamiento (Orwell)”. Y aflorarán las más lisérgicas okurrencias para empoderamiento de la gobernanza en el ámbito de una resiliencia transversal, sostenible y progresista.