Lo que la idiotez se está llevando
Por
Jose Fernández
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lunes 15 de junio de 2020, 11:43h
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Por letal o dañino que esté siendo, o pueda seguir siendo en el futuro, este coronavirus o cualquier otra pandemia aterradora, nada es más peligroso y mortífero para la sociedad como la idiotez humana, que de lejos y por secuencia histórica supone el más indestructible de los contagios. Y no sé si les pasará a ustedes como a mí, pero veo con creciente alarma que la idiotez está alcanzando unos niveles de dignidad y reconocimiento propios de las religiones o la militancia futbolística, por citar dos ejemplos distintos de convicciones sólidamente cimentadas. Antes uno era idiota y caminaba por la vida dejando a su paso un modesto rastro de ocurrencias y majaderías, pero ahora la idiotez ha conquistado (gracias en buena medida a la dejación y el silencio de los que han renunciado al fatigoso combate dialéctico de refutación de la idiotez) unos espacios y unas dimensiones tan insólitas como peligrosas.
Una de las manifestaciones más alarmantes de la idiotez imperante es esa manía de juzgar la obra artística universal en función del abrumador discurso actual de lo políticamente correcto. Pretender juzgar una novela, una película, una sinfonía o cualquier otro producto del ingenio y el talento humano a lo largo de los años bajo premisas éticas actuales no solo es ridículo, sino que además es también muy dañino, dada la extraordinaria capacidad de emulación del idiota y su facilidad para abrazar cualquier causa que le permita ofenderse.
Se empieza por el lenguaje, trufándolo de giros y duplicidades innecesarias y engorrosas, todos y todas, sus muertos y muertas, etcétera, y se sigue por establecer listas negras (con perdón) de películas o novelas que no se ajustan a los vigentes cánones de belleza moral, o se continúa con el derribo de estatuas que, por cualquier razón, se consideran ofensivas. (La de Colón en Barcelona se va a salvar, porque como todo el mundo sabe, el nevegante era catalán de pura cepa y socio del Barça) Como digo, la idiotez avanza en todos los frentes y la mera observación de discrepancia o rechazo te hace ser considerado como elemento sospechoso de inmovilismo o, directamente, de ser un facha.
Y para vean que yo también quiero congraciarme con esta corriente de pensamiento, les aporto algunas denuncias que podrán ayudarles en su objetivo, que no es otro que ser aún más idiotas:
Las pirámides de Egipto fueron levantadas por faraones esclavistas: dinamita para esas piedras.
No hay homosexuales, ni presencia LGTBI en Las Meninas. Expulsemos a Velázquez del Museo del Prado.
Einstein era un déspota que maltrataba psicológicamente a su mujer, como prueba su correspondencia. Deróguese, por tanto, la ley de la Relatividad
Picasso era un machista posesivo y obsesivo. Quememos el Guernica.
Los nazis admiraban la música de Wagner. Prohibamos sus partituras en todas las temporadas de ópera.
Manolo Escobar cantó “Viva el vino y las mujeres”. Prohibamos sus coplas por incitar al alcoholismo y al heteropatriarcado.
Georgie Dann mostró odio racial al cantar “El negro no puede”. Fuera el cantante de los expositores de las gasolineras.
Podría continuar, pero no sigo porque me pongo negro; quiero decir subsahariano. Ustedes disculpen.
Periodista.Asesor de Prensa en el Ayuntamiento de Almería.
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