Cada 24 de agosto, la ciudad de Almería rinde homenaje a un grupo de hombres que intentaron resistirse a la tiranía de Fernando VII, aquel rey que pasó de Deseado a Indeseaeble en el mismo tiempo que tardó en tocar poder, olvidándose del constitucionalismo y abrazando el absolutismo.
Lo curioso es que un debate superado en cualesquiera otros territorios donde sucedió algo similar -Málaga, por ejemplo- en Almería sigue siendo objeto de polémica, estéril, pero polémica, y además de un modo que roza lo absurdo.
Hay quienes pretende devaluar su gesta heroica -morir en defensa de la Libertad se me antoja que debe ser así considerado- argumentado que no eran más que “soldados de fortuna”, y la pregunta inmediata es ¿qué eran los Cien Mil Hijos de San Luis? ¿tal vez eran grandes patriotas ungidos para la defensa de las divinas monarquías europeas? ¿tal vez era más noble morir por un tirano que por la Libertad?
Renegar o despreciar a quienes defendían hasta la muerte la Constitución de 1812 equivale a apoyar el Absolutismo ¿se trata de eso entonces?
Una parte de la derecha -la recalcitrante- muestra su desafecto hacia aquellos liberales hoy, y la pregunta es ¿cuál era la alternativa? ¿en qué lado habrían estado ellos entonces… con el rey felón? Pues parece que sí.
Insisto, no entiendo el afán de algunos por minusvalorar a estos soldados e intelectuales que quisieron defender un texto legal que por primera vez ponía negro sobre blanco la existencia del actual Estado español, que nace en aquel momento, no antes.
En realidad, esta desafección que muestran algunos hacia los Coloraos no hace más que demostrar su acomplejamiento ante la izquierda, que se ha apropiado de su memoria, como en tantas cosas.
La izquierda ha ganado la batalla del lenguaje precisamente porque ha llevado a la derecha donde quiere, tomando el rábano por las hojas y haciendo creer que las hojas son todo el rábano; y los ejemplos son múltiples, pero detallaré solo un par de ellos sobre los que me he referido en ocasiones anteriores.
Nadie en la izquierda se ofende si le dicen que lo es, y mucho menos alguien de extrema izquierda se ofende si le califican como tal, pero en la derecha, Vox se ofende si le califican de extrema derecha ¿motivo? Pues está claro, Vox, como la izquierda, debe entender entonces que ser de derechas es malo, ergo, ser de extrema derecha debe ser extremadamente malo. Ellos, dicen, son otra cosa… pero al tiempo, califican de “acomplejados” al PP que se definen como “centro-derecha”.
Otro ejemplo es el de la II República, un periodo que la izquierda radical solo controló en sus postrimerías, y cuyo primer presidente -y por tanto quien la dota de legitimidad en su proclamación- no era de izquierdas, como también fue un periodo con gran presencia de la derecha y el centro en sus sucesivos gobiernos… pero la izquierda se ha apropiado de toda ella, y así, para la derecha actual su implantación fue ilegal -cuando como decimos, la legitimó- y toda ella fue desastrosa -cuando ya indicamos que la presencia de partidos de derechas a su frente fue reiterada-… en vez de criticar la pésima gestión del Frente Popular, lo critican todo, asumiendo la tesis de la izquierda de que todo el periodo republicano les correspondió.
Con los Coloraos pasa lo mismo. Socialistas, comunistas y republicanos en general, se atribuyen ser los herederos directos de aquellos héroes, y hasta en Twitter vemos un perfil en defensa de los “valores constitucionales de 1812” gestionado por la izquierda… pues vaya.
La derecha -una parte, la más esencialista- vuelve a asumir el relato de la izquierda. Ahora resulta que aquella Constitución de los Coloraos, que defendía la religión católica no ya como verdadera, sino como la única y “perpetua” en toda España y sus territorios, aquella que defendía la Monarquía hereditaria como forma del Estado otorgándole al Rey el poder ejecutivo en exclusiva… que imponía el “amor a la Patria”, al tiempo de quitarte la nacionalidad por no tener trabajo o por tener deudas, que otorgaba a los curas el control del proceso electoral… pues bien, todo esto y mucho más es el “espíritu constitucional” de 1812 alabado por la izquierda almeriense.
Pero claro, quizá provenga todo de la confusión que supone identificar “coloraos” y “rojos”, y en ella los “rojos” se han adueñado de los “coloraos”, ayudados por el recuerdo de quien decidió en pleno franquismo derribar el monumento a liberales, pensando eso mismo... liberales, coloraos, masones... eso sonaba fatal. Los “coloraos”, llamados así por vestir casacas rojas facilitadas por los ingleses en Gibraltar, nada tienen que ver con los “rojos” en el sentido político actual, nada… por no ser, como indicamos, no eran ni republicanos, ni anticlericales, ni sus planteamientos se acercaban lo más mínimo a lo que podríamos asemejar con socialismo o comunismo.
La Constitución de 1812 supuso un avance esencial en la historia de España, porque es cuando nace como Estado, pero también por algunos de sus planteamientos políticos avanzados para aquella época, pero de nuevo, la izquierda impone un relato falsario que la derecha traga. La izquierda se atribuye la gesta de los Coloraos, y la derecha, en vez de reivindicarla como propia, se la regala.