Los corredores conocen la sensación. Te has preparado física y sicológicamente para correr una distancia, y cuando llegas adviertes que aún te queda un buen trecho para alcanzar la meta, pero lo peor es que avisan que igual cuando la alcances aún queda un tramo más, aunque no te lo puedan asegurar. Y cuando vas avanzando observas señales poco claras de cómo va la carrera, de quién va en cabeza, de quién en la cola, y sobre todo, sigues sin saber si queda mucho o no para el final, y si ese es el final. Las piernas flaquean porque el cerebro no es capaz de enviarles información concreta sobre la dosificación de esfuerzo.
Pues así llevamos siete u ocho meses, tal vez un año, o tal vez más. Porque ésta ha sido un campaña electoral extraña precisamente por esa sensación de prolongación de la vivida en diciembre. Los partidos se la han tomado como una prórroga en la que han intentado ajustar sus estrategias tras el medio año de incertidumbre, pero no en todos los casos lo han logrado.
Nos estuvieron insistiendo en que unas nuevas elecciones sólo podían entenderse como un “fracaso”, pero eso no ha impedido que los “fracasados” líderes políticos que no fueron capaces de ponerse de acuerdo, fueran los mismos que se presentaran a la nueva convocatoria. Pero si esa incongruencia no fuera suficiente para desanimarnos, todos ellos se presentan también con los mismos principios que les hicieron fracasar.
Es curioso que ni tan siquiera se llegaran a plantear hacer primarias en esta ocasión, cuando eran más necesarias que nunca, a ver si un cambio de jugadores daba nuevos aires al partido. Pero no, cada cual lo ha justificado a su manera después de tanto presumir de democracia interna, todos han hecho lo mismo.
Y qué decir de los mensajes. Nada nuevo. Las mismas promesas electorales, y sobre todo, los mismos vetos que han hecho fracasar la breve legislatura pasada, que ha servido para que los partidos y sus señorías se forren… literalmente… es curioso que todos hablaran de reducir gastos electorales ¿a nadie se le ocurrió reducir el dinero que reciben del Estado teniendo en cuenta que la asignación pensada para cuatro años la iba a recibir por segunda vez seis meses después? ¿a nadie se le ocurrió que sus señorías, puesto que las listas iban a ser las mismas, renunciaran a las asignaciones por “cese”? Pues no, vaya… como cuando los de Podemos dicen que no cobran más de una cierta cantidad ¡y a mi qué más me da si lo que hacen es donarlo al partido y a las arcas públicas nos cuesta lo mismo! ¡ni uno de los llamados alcaldes del cambio se ha bajado el sueldo! ¡ni uno!
Ha sido una campaña sin pasión, en la que la ciudadanía no ha vislumbrado en ningún momento la posibilidad de que el lío que hay montado se vea resuelto por ir otra vez a las urnas.
Y eso no es lo peor, ya que lo peor está por venir. Da igual quién sea presidente, ya que el gobierno tendrá una situación tan débil que la permanente necesidad de pactos en todas direcciones hará inviable una gestión eficaz.
¿Esto era acabar con el bipartidismo, mudarse de Guatemala a Guatepeor?
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